Análisis de Famicom Detective Club para Nintendo Switch
Las dos aventuras, The Missing Hair y The Girl Who Stands Behind, juntas y remasterizadas
Ambas novelas visuales de detectives son solo aptas para fanáticos de las originales
El juego no está localizado al castellano, por lo que viene con textos en inglés
En el campo de los videojuegos hay varios géneros minoritarios, pero posiblemente el que se lleva la palma es el de ‘visual novels’, sobre todo si nos ceñimos a lo que pasa fuera de las fronteras de Japón. Este género vivió su pico de popularidad a finales de los 80, con títulos que no necesitaban de una gran potencia técnica y que basaban todo su éxito en una narrativa muy estructurada y trabajada, el nombre de novelas visuales no se les daba en vano. Se trataba de auténticos libros con imágenes en movimiento que nos ayudaban a meternos en la historia que nos estaban contando.
Dos de los que cosecharon más éxito fueron los dos de Famicom Detective Club, The Missing Hair y The Girl Who Stands Behind. Nintendo ha tenido a bien reeditarlos más de 30 años después de su salida en Japón para que quienes no tuvieran la oportunidad de acercarse a ellos en su momento, lo puedan hacer ahora. Si hay motivos para ello o no, lo vamos a ver enseguida.
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Lo primero que tenemos que contarte es que a pesar de que se compran juntos, son dos títulos independientes, con historias distintas. Pero aparte de la trama de cada uno de ellos, y de unos pocos detalles, son tan parecidos que en este análisis van a ser tratados como un único ente. Nosotros los hemos jugado en el orden en el que salieron al mercado en su momento, The Missing Hair en 1988 y The Girl Who Stands Behind en 1989, aunque en realidad el segundo título es precuela del primero, pese a haber salido al mercado después, por lo que el orden en el que los juegues no va a influir demasiado, pero sí que recomendamos, por pura lógica narrativa, que lo hagas en el orden en el que fueron concebidos.
Una cosa que tienes que tener en cuenta si te acercas por primera vez a novelas visuales, es que no son videojuegos al uso. La participación del jugador es muy menor, se limita a explorar con el puntero las pantallas que nos tocan para luego elegir entre varias opciones, normalmente además siendo una sola de ellas la válida, por lo que las demás van a quedar descartadas.
Al tratarse de títulos que se basan en su narrativa para tratar de enganchar al jugador, vamos a evitar en esta reseña hablar de nada relativo a la trama, ya que lo bonito de estos títulos, al igual que pasa con los libros en papel, es ir descubriendo todo por nosotros mismos a medida que vamos pasando páginas, aunque en este caso las páginas sean electrónicas y llenas de coloridos dibujos. Y es en este apartado donde ambos juegos brillan más. Las ilustraciones tipo manga son el apoyo perfecto a la narrativa que nos presentan, pero vamos por partes.
La jugabilidad
Podemos acabar rápido y decirte que no hay jugabilidad, y aunque esta afirmación puede ser un tanto exagerada, queremos que sepas bien lo que te vas a encontrar. En ambos titulos encarnamos a un joven detective que debe investigar dos sucesos principales. Para ello el juego nos irá presentando pantallas estáticas que debemos escudriñar con nuestro puntero, en busca de pistas que utilizar más adelante en los interrogatorios a los personajes que nos toque. En este aspecto Famicom Detective Club recuerda ligeramente a las clásicas aventuras point-and-click, como la saga de Monkey Island o el más reciente Thimbleweed Park, aunque en el caso del juego que estamos analizando, las opciones son mucho menores tanto en la cantidad de acciones a realizar como en los puntos sobre los que la podemos aplicar. Es decir, tienes menos acciones que puedes hacer, y estas son hablar, examinar, pensar y viajar. Es decir, no podemos manipular objetos directamente, sino que será nuestro personaje, al examinarlos, el que decida si puede manipular dichos objetos y de que forma.
Por ejemplo, si vemos un jarrón fuera de su sitio y lo examinamos, nuestro personaje lo cogerá y se lo guardará como prueba si lo considera oportuno. En este sentido, como en tantos otros puntos de la aventura, somos meros observadores, lectores virtuales que se limitan a escuchar lo que nos están contando. Quizá es el punto que eche para atrás a un mayor número de jugadores, especialmente si son de generaciones que no han vivido las aventuras conversacionales o las primeras aventuras gráficas, mucho más sencillas y menos elaboradas que lo acostumbrado años después.
Para paliar esto, Famicom Detective Club nos va abriendo opciones de conversación a medida que avanzamos en nuestra investigación, y esto sí lo hace de una manera orgánica y que encaja bien con lo que vamos descubriendo. Si por ejemplo en el curso de nuestra investigación damos con un personaje que nos resulta sospechoso, podemos volver a las primeras zonas y preguntar sobre él a quienes ya habíamos interrogado, cosa que lógicamente no podíamos hacer antes de saber de su existencia. Este aspecto ayuda bastante a hacernos sentir en la piel de un detective, que es lo que el juego busca.
El aspecto más negativo en este sentido es que las investigaciones son muy infantiles y poco elaboradas, algo que choca cuando el punto fuerte, y probablemente la única razón para jugar a este título, es la fuerza narrativa. Vamos a poner otro ejemplo para que se entienda bien. En los primeros minutos del segundo juego tenemos que investigar la muerte de un personaje. Nosotros llegamos al lugar del fallecimiento horas después de la policía, que ya ha montado una carpa forense y lleva un buen rato examinando el cadáver, según nos cuentan. Pues somos nosotros los que descubrimos algo tan obvio como marcas en el cuello. Es poco creíble que un forense que ha examinado el cuerpo no las hubiera visto, y este tipo de cosas -que pasan varias veces a lo largo de ambos títulos- nos sacan por completo de la narrativa, y nos recuerdan a novelas detectivescas para niños, algo que no encaja con la temática del juego. Esto hace que resolver los casos sea bastante sencillo, algo que agradecerás si lo que pretendes es “leer” el juego sin preocuparte mucho más, pero que será uno de sus hándicaps si lo que quieres es algo de reto.
El envoltorio
Aquí no podemos poner ninguna pega. Las ilustraciones semi-animadas tipo manga combinadas con fondos estáticos pintados a mano le dan un aspecto perfecto y que hemos visto infinidad de veces en series de animación japonesa. Hablamos de ilustraciones semi animadas para referirnos a la sucesión de imágenes estáticas (personaje con los ojos cerrados y serio, personaje con los ojos abiertos, personaje sonriendo..) para conseguir una sensación de animación sin abandonar en ningún momento el rigor del aspecto tipo cómic. La música de fondo, suave cuando toca y algo más elevada en los momentos oportunos es otro de los elementos que nos ayuda a introducirnos en la historia, y forma con el aspecto gráfico un paquete ambiental impecable. Hay que destacar en este sentido que el juego nos permite además seleccionar la música remasterizada para la ocasión o la original del juego lanzado en SNES. Nintendo sabe que la nostalgia es uno de los componentes clave para el éxito de este juego y ha querido recompensar a los jugadores originales con este buen detalle.
Pero el aspecto más negativo del título viene ahora. Los textos no están traducidos al castellano. En un juego en el que absolutamente todo se basa en la lectura y la narrativa, el hecho de que no se haya traducido a nuestro idioma es una barrera que creemos va a resultar insalvable. Es verdad que si tienes una buena base vas a poder jugarlo bien, porque al ser una adaptación del japonés se ha simplificado bastante y usa un inglés bastante básico, pero no deja de ser una barrera. Además, es incomprensible que en los tiempos que corren no se hayan molestado en localizar el juego a los diferentes países en los que se lanza, y aunque solo hubieran sido los textos, sería de una gran ayuda para aquellos que andan más pegados en la lengua de Shakespeare.
Tampoco se han doblado las voces, que conservan las originales en japonés, pero ese punto afecta menos a la jugabilidad y sí se puede entender que el gasto que supondría, tanto de tiempo como de recursos, no compense. En el caso de los textos cuesta mucho más encontrar justificación. Esto hace que Famicom Detective Club sea un juego muy de nicho, sólo para auténticos fans de los originales y que quieran tener su versión europea y actualizada, pero eso sí, sólo en versión digital puesto que la edición física no va salir del país nipón. Además, aunque hablamos de un título doble en el sentido estricto de la palabra, está a precio de juego completo. Otro aspecto negativo que va a impedir aún más que este juego llegue a más estanterías.
En definitiva...
La sensación final que deja Famicom Detective Club es de que han hecho un juego solo aptos para fans de la serie, y que incluso a estos se lo han puesto difícil si lo que buscan es aumentar su colección. Estos jugadores no van a tener queja con la jugabilidad porque saben perfectamente lo que se van a encontrar, pero aquellos que tomen este título como excusa para acercarse por primera vez a novelas visuales se van a encontrar con una serie de barreras que pueden arruinar su experiencia y quitarles las ganas de volver a hacerlo. El precio, la falta de localización y el hecho de que apenas puedes jugar es algo que los que se acerquen por primera vez a este título no van a perdonar.