No nos cansamos de escribir artículos sobre los extraordinarios videojuegos que están publicando los estudios españoles independientes estos últimos años. Y teníamos una deuda pendiente con un notable título que se lanzó en diciembre de 2019, y que está disponible desde entonces en PC, PlayStation y Xbox. Se trata de Arise: A Simple Story, el primer videojuego del estudio afincado en Barcelona, Piccolo, que recibió unas críticas extraordinarias y que, entre otros, recibió el galardón a Juego Más Innovador en los Premios Titanium de Fun & Serious 2020.
Ahora, aprovechando el lanzamiento de una completísima versión para Nintendo Switch, denominada ‘Arise: A Simple Story Definitive Edition’, saldamos nuestra deuda y nos sumergimos en el pausado y evocador viaje de esta historia que no es nada simple, sino que evoca los recuerdos de toda una vida. Un videojuego de esos que apuestan por las emociones, por el ritmo lento, por el placer de contemplar su apartado artístico, escuchar su alucinante banda sonora y paladear las sensaciones que nos ofrecen sus imágenes y sus trabajadas mecánicas.
Arise es un título que no tiene diálogos, ni textos en pantalla, pero es que no los necesita para contar su historia. De hecho, es un juego que debería ponerse en las escuelas de desarrollo como ejemplo perfecto de ‘storytelling’, como una auténtica ‘master class’ del arte de contar historias con las imágenes, la música, el ritmo o las emociones que evoca. Sin necesidad de una sola palabra (si exceptuamos las que nombran a cada uno de sus 10 capítulos) entendemos todo lo que nos quiere contar, la historia de un hombre en el momento del fin de su vida.
Y es que así comienza Arise, con la muerte de su protagonista. Un anciano de lo que parece una tribu nórdica yace sin vida sobre una empalizada, en mitad del funeral oficiado por sus compañeros. Sus caras apenadas se iluminan con el fuego cuando uno de ellos quema la pira de troncos y, con ella, los restos del que fue uno de los suyos.
Pero aquí, justo en el final, es cuando comienza nuestro viaje en el juego, con el protagonista despertando en un extraño mundo nevado. Está claro que vamos a protagonizar el último viaje del protagonista, pero este no será fácil y nos propondrá un buen número de retos que obligará a explorar, superar algunas plataformas y enfrentarnos a un buen número de obstáculos.
Cada uno de los diez capítulos nos irá guiando por los recuerdos más importantes en la vida de nuestro protagonista. A través de una serie de estatuas que representan su vida (además de una colección de recuerdos en forma de pequeñas acuarelas que conformarán los coleccionables del juego) nos iremos haciendo una idea exacta de todo lo que marcó su infancia, adolescencia, edad adulta y vejez. Una vida complicada, con momentos muy trágicos, pero que también estuvo marcada por una bella historia de amor.
Cada momento vital importante estará representado en cada uno de los diez niveles, que nos llevarán a distintos escenarios. Todos ellos añadiendo nuevas mecánicas, a cada cual más original, que giran en torno a un concepto: el control del tiempo a través de esos recuerdos.
Nada más comenzar a jugar, cuando intentamos recorrer los preciosos paisajes del juego, nos daremos cuenta de que hay obstáculos insalvables con los movimientos básicos del personaje (andar, dar pequeños saltos, escalar y utilizar un gancho atado a una cuerda para balancearnos en determinados lugares). Es aquí donde entra una habilidad que marcará todas las mecánicas del juego: podemos avanzar, retroceder y parar un trozo determinado de tiempo. Y todo sin que esto afecte al personaje, pero si al entorno.
Con el stick derecho del mando (o balanceando la Nintendo Switch en esta nueva Edición Definitiva) haremos correr el tiempo hacia delante o atrás hasta un tope, pero el intervalo de tiempo dependerá de la fase en la que nos encontramos. En algunos niveles este intervalo se reduce a unos pocos minutos, por ejemplo, durante el estruendoso derrumbe de un acantilado, pero en otros abarcará estaciones completas, pudiendo pasar de la primavera al invierno en pocos segundos.
Este control del tiempo se utiliza en el juego para superar obstáculos, completar fases de plataformas, abrir nuevos caminos o enfrentarnos a peligros como el frío, el fuego o unos misteriosos y oscuros enemigos que pueblan nuestro viaje y quieren detenernos. Pero las formas en las que se combina esta habilidad con los entornos, los puzles y demás desafíos es alucinante. A cada paso de cada nivel veremos formas nuevas de dar vueltas a este concepto, con momentos realmente épicos y una originalidad por parte de sus diseñadores que es admirable: avanza al invierno para congelar la superficie de un lago que no te permite cruzar, rebobina el tiempo en el derrumbe de una pared para encontrar en sus piedras los apoyos necesarios mientras escalas, paraliza el resplandor de un rayo en mitad de la noche para ahuyentar a los espíritus que intentan atraparte en la oscuridad…
Y aunque las aplicaciones de esta mecánica van cambiando a cada paso, todas ellas son lógicas y se nos van presentando de manera muy intuitiva. Cuando veamos que no podemos avanzar, tenemos que pensar en la dimensión temporal y hacer correr el tiempo adelante o atrás, observar cómo cambia el entorno y, enseguida, descubriremos la solución para seguir adelante. A veces hay que ser rápidos, otras veces precisos, en ocasiones hay que avanzar el tiempo de manera muy radical, otras veces basta con pequeños saltos temporales, otras veces la solución está en congelar la acción… Todos los puzles, plataformas y situaciones peligrosas tienen una solución ingeniosa y descubrirla y llevarla a cabo es singularmente satisfactorio.
Como ya hemos dicho el título no pretende ser muy complejo, sino poner el foco en la experiencia y los sentimientos que quiere evocar. Así, los diez niveles son bastante lineales y no nos llevará mucho completarlos. Aun así, sí que encontraremos momentos en los que un puzle o un desafío se nos cruce y nos elimine unas cuantas ocasiones hasta que seamos capaces de superarlos. Aún así, el juego puede completarse en poco más de tres horas.
Eso sí, los coleccionables escondidos en cada nivel nos harán sudar de lo lindo para hacernos con todos, lo que puede animar a una cierta rejugabilidad. Además, cuenta con una opción de juego cooperativo con un segundo jugador. No hay dos personajes, pero si se le da al Jugador 2 la capacidad de controlar el tiempo. Así, con un jugador centrado en el personaje y un segundo manejando el tiempo, superar el juego es una experiencia cooperativa muy divertida y distinta al modo solo.
El apartado técnico y artístico de Arise: A Simple Story es una auténtica maravilla y es en este caso uno de sus pilares, ya que el juego pretende ser más una experiencia para los sentidos, una obra de arte para paladear mientras interactuamos y disfrutamos de sus mecánicas que, aunque muy bien construidas, son aquí secundarias. Así, los entornos y paisajes son extremadamente bellos y evocadores y brillan o se apagan dependiendo de los sentimientos que la historia nos quiere transmitir. Hay entornos llenos de luz y color, con espacios abiertos enormes y cargados de detalles para los sentimientos mas alegres y escenarios oscuros para los momentos más trágicos.
Todo tiene un aire de dibujo animado, con un estilo artístico muy peculiar y que verdaderamente es una delicia. Porque a ese toque de dibujo informal (que prescinde de detalles como los ojos del protagonista) hay que añadir elementos que le dan mucho realismo como las conseguidas huellas en la nieve, el vaho del protagonista cuando hace frío o la alucinante iluminación y sistema meteorológico dinámico. Y este último elemento merece mención aparte porque, al poder controlar el tiempo también controlamos la luz en muchos momentos, algo que le da al juego una belleza especial y que sirve también como mecánica para resolver puzles en el juego.
La banda sonora es otro de los pilares del título y es que, la ausencia de voces y las impactantes imágenes, requerían una banda sonora muy especial que sirviera también para contar la historia que estamos viendo y manejando con nuestras manos. Y esa partitura ha corrido a cargo de todo un ganador de un BAFTA, David García (responsable de las músicas de juegos como RIME o Hellblade’s Senua’s Sacrifice).
Arise: A Simple Story ya conmovió hace un par de años a muchos jugadores, pero ahora llega con una edición muy especial para Nintendo Switch, una oportunidad para descubrir esta maravilla del desarrollo india español. Una auténtica experiencia sensorial y emotiva que merece mucho la pena y cuyo mensaje deja huella. Además, cuenta con un estupendo precio en las tiendas de todas las plataformas donde ya está disponible.
La Definitive Edition de Switch incluye, además del soporte del giroscopio para controlar el tiempo inclinando la consola y un genial Modo Foto, la banda sonora original con sus 18 pistas y un libro de arte digital con más de 110 páginas sobre el juego.