Irina Bonatska era profesora en Kiev, pero la guerra ha hecho que abandone la ciudad y se marche a la casa de su hija, situada en las afueras. Ha compartido con ‘Todo es mentira’ imágenes del sótano de 20 metros cuadrados en los que ella y otras 16 personas se esconden cada vez que suenan las sirenas, que anuncian os bombardeos rusos.
Cuando Marta Flich ha hablado con ella, Irina se encontraba en la parte de arriba, en la casa. “Durante una hora no ha habido sirenas. Por eso estamos en condiciones más o menos normales, pero con mucho miedo”, nos ha contado. Además, tienen que convivir con el frío: se les ha roto la calefacción en estos momentos “es imposible encontrar a quien pueda arreglarla”.
Las alarmas que advierten a la población de que se acerca el peligro suenan varias veces al día, según cuenta Irina. En cuanto oyen las sirenas bajan al sótano, donde se reúnen hasta 17 personas (y tres perros) en solo 20 metros cuadrados.
“No tenemos miedo, tenemos muchísima rabia y humillación por la necesidad de bajar a cada rato a este maldito sótano. No merecemos esto”, nos ha contado.