Rosa Peral y Albert López fueron condenados por el asesinato de Pedro Rodríguez. Su cuerpo fue hallado calcinado en el maletero de un coche, se pensó que se trataba de un asunto de narcotráfico dado que era policía, pero pronto las pistas llevaron a su pareja y a su amante: 'Código 10' analiza en el especial 'La noche del crimen', cómo se estrechó el cerco sobre ellos.
El 4 de mayo de 2017, una persona localizó un coche calcinado en el pantano de Foix. La policía encontró algo en el maletero, parecía tener una forma humana, aunque era muy difícil determinar si se trataba de una mujer, un hombre o un niño. Sin embargo, entre los restos observaron una pieza metálica, de titanio, un material que no se funde y así determinaron que se trataba de un miembro de la guardia urbana, Pedro.
Por su condición de policía, se pensó que pudiera ser una venganza por parte de narcotraficantes pero esa línea de investigación se descartó enseguida y se investigó su entorno, lo que les llevó a su pareja, Rosa Peral.
Al parecer, lo primero que llamó la atención fue la actitud de ella que, siendo guardia urbana, recibió la noticia del hallazgo de la muerte de su pareja con una actitud tranquila pronunciando un “ah, bueno”, sin lágrimas y aparentemente en shock.
Luego fue a declarar y en ese momento dio su primera versión: que habían mantenido una discusión, que Pedro se había ido de casa y deja caer que se relacionaba con gente extraña.
En ese momento, Rosa y su exmarido estaban en pleno conflicto legal por la custodia de sus hijas, lo que hizo pensar en una posible discusión entre el exmarido y Pedro, pero pronto se descartó también.
Finalmente, hubo una prueba que lo cambió todo: la geolocalización de los teléfonos, se determinó que aquella noche en esa casa había tres teléfonos: el de Pedro, el de Rosa y el de otro guardia urbano, Albert López, con el que ella podría tener una relación.
Ella cambió entonces de versión, se puso en contacto con los Mossos, dijo que tenía sospechas de Pedro y, cuando fue a declarar, queda detenida y le comunican que también están deteniendo a Albert.
A partir de ahí, se supo que Rosa y Albert habían tenido una relación intermitente y fueron compañeros en la guardia urbana, donde patrullaban juntos. Albert y Rosa optaron por lo mismo, culpar al otro de todo. De hecho, en la reconstrucción, Rosa aseguró tenerle miedo y que tan solo siguió las órdenes que él le dio. Es más, su letrada defiende que Rosa y Pedro tenían planes de boda y buscaban tener un hijo juntos.
En el registro de la vivienda de Rosa, hubo un hallazgo crucial y es que, aunque se limpió a conciencia y desapareció un sofá, se encontraron gotas de sangre con trayectoria ascendente, lo que hizo sospechar que Pedro podría haber sido golpeado mientras estaba tumbado en un sofá.
Finalmente, la expareja fue condenada por el crimen pero mientras él tiene una condena de 20 años, ella tendrá que cumplir 25 por el agravante de que el asesinado fue su pareja.