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Se queda sin gasolina, deja el coche en el arcén, paga la multa tras un intento de regateo y acaba intentando abrazar al guardia civil

Quedarse sin gasolina en el vehículo mientras se conduce también es un delito, aunque esta pareja procedente de Colombia parecía no estar al corriente. Su historia es tan disparatada como divertida y hasta entrañable, pues a pesar de tener que pagar una multa, le cayó tan bien el guardia civil que hasta intenta darle un abrazo.

A bordo de un coche de la Guardia Civil los agentes reciben un aviso de que un vehículo está mal estacionado en un arcén, en una salida de la carretera. Cuando llegamos vemos a una mujer, que indica que cree que su vehículo se ha quedado sin batería y explica que su marido se ha ido a pedir ayuda.

Los agentes comprueban que lo que le ocurre a la furgoneta es que se ha quedado sin gasolina y explican que es un delito quedarse con el depósito vacío mientras se conduce, pues se puede causar un accidente. También informan a la pasajera de que andar por la autovía no es legal.

Para asombro de los agentes y del equipo de ‘Callejeros’, el conductor del vehículo y pareja de la mujer, que se había quedado en él, aparece por el prado de fuera de la carretera, y tiene que saltar una valla para poder regresar al vehículo. Los agentes le ayudan, mientras que su mujer grita: “Es crossfitero, él puede”.

Cuando llega al vehículo, los agentes le informan de que el vehículo se había quedado sin gasolina y que debe pagar una sanción de 80 euros, con una reducción a 40 euros por pronto pago. Al ser de nacionalidad extranjera, los guardias civiles les indican que deben pagar la multa en el acto, pero la pareja anda escasa de efectivo y no llevan tarjeta.

A duras penas, y tras preguntar al equipo de ‘Callejeros’ si no teníamos nada suelto, consiguen reunir 30 euros e intentan regatear a los agentes: “¿No la pueden dejar en 30€?”. “No, no, por dios, esto no funciona así”, informan los agentes.

Finalmente, la pareja consigue reunir 40 euros entre monedas y billetes, y el simpático conductor le pregunta al agente: “¿Le puedo dar un abrazo?”. El guardia civil le contesta que no, entre risas, y da fin así una intervención cuanto menos cómica.