La patada a la geografía de Sequera al llegar a Oporto: "Se llama la Rivera Maya creo"

La visita de Sequera a Oporto junto a sus pretendientas, Marta y Camila, y su madre Mayka, nos ha dejado momentazos de todo tipo. El cantante decidió no seguir conociendo a Ana durante la pasada entrega de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?', lo cual supuso las lágrimas del hijo de Mayka. Pero un mensaje de Luján Argüelles sobre dónde tendría sus próximas citas le dibujaba de nuevo una sonrisa en la cara.

Ese sitio era Oporto, un lugar que según Sequera tenía estudiado al detalle: "Me he informado". Pero una increíble patada a la geografía del artista nos hacía dudar un poco de sus palabras. "¡Obrigado!", señalaba Sequera hasta en dos ocasiones al pisar tierras portuguesas, que no podía esconder su felicidad puesto que no había estado nunca ni en Portugal ni en Oporto.

"Este es el sitio más turístico de Oporto", informaba Sequera a sus pretendientas, al pisar la Ribeira, una de las zonas más emblemáticas de la segunda ciudad con más población en Portugal, después de Lisboa. "¿Se llama la Ribeira?", preguntaba Camila, dubitativa. "Sí, la Rivera Maya creo", respondía Sequera, muy seguro de sus palabras. Realmente es la Riviera Maya y está situada en la costa del mar Caribe, siendo una de las zonas más turísticas de México. Por lo que pilla un poco lejos de donde se encontraban...

La patada la ortografía

Atrás queda ya la patada a la geografía que también vivimos en el programa de Cuatro, pero esta vez por parte de un soltero de Rubén, que le preguntaba al hijo de Mariví dónde estaba Huelva. Pues bien, Sequera nos iba a dejar otra perla, pero esta vez con una patada a la ortografía. Y es que el cantante elegía a Marta para tener su primera cita 24 horas en Oporto, mientras que Camila se quedaría ese primer día con su madre Mayka.

Durante su cita con Marta, los ojos de esta intimidaban a Sequera: "Tiene unos ojos muy bonitos", confesaba, para añadir lo siguiente: "Ella me mira, tiene una mirada muy 'prenetrante'". Una patada que seguramente esté justificada, puesto que el soltero podría haber tenido ese lapsus debido a la tremenda tensión sexual que había entre los dos (y que ha habido siempre).