Si no puedes dejar de comer dulces o procesados podría no ser por falta de fuerza de voluntad. Según un estudio científico publicado en la revista Science, la culpa de esta obsesión por cierto tipo de alimentos, puede ser, de una parte del cerebro, diferente en cada persona. Este descubrimiento abre una nueva vía para combatir la obesidad.
El impulso de no poder para de comer un alimento no es del todo culpa nuestra. Según explica Cristóbal Morales, endocrino de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), “no es falta de voluntad, nadie elige vivir con obesidad, es culpa del cerebro”.
Así lo confirma un estudio llevado a cabo por científicos estadounidenses, que han descubierto la región del cerebro que hace que comamos solo por placer y no por necesidad. “El cerebro no empuja a seguir comiendo, aunque tengamos sensación de saciedad seguimos comiendo patatas fritas o ultraprocesados porque ese alimento nos genera mucho placer, nos libera mucha dopamina”.
Ya se ha probado en ratones con alimentos procesados, pierden peso, pero, al tiempo lo vuelven a recuperar. “Ante un impulso, ante una sensación de hambre, los mecanismos que suelen fallar son esos precisamente, los mecanismos que regulan la cantidad que estamos comiendo”, explica Irene Bretón, del área de obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición.
Esto da pie a entender por qué los nuevos medicamentos contra la obesidad no funcionan en todas las personas, “influye la tendencia de las personas a ganar peso y la dificultad para perderlo”, explica Bretón.
Aunque, estos tratamientos cada vez son más personalizados y según explica el endocrino Cristóbal Morales “tienen un alto componente para frenar este hambre hedónica o hambre por placer inhibiendo la producción de dopamina”. Un paso más para tratar la obesidad, la enfermedad compleja que padecen más de nueve millones de españoles.
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