Los vecinos del paseo de las Delicias de Madrid ya no pueden más, desde hace seis meses sufren las obras de ampliación de la línea 11 del metro. Se quejan del ruido insoportable a todas las horas del día y piden que no trabajen por la noche para, al menos, poder descansar. Al estruendo de la maquinaria se suman otros muchos problemas que les impiden seguir con su día a día.
Todos aquellos que viven en el paseo de las Delicias de Madrid tienen que soportar 24 horas de ruido, humos y barro. Así conviven con las obras de ampliación de la línea 11 del metro de Madrid.
Paseando por la calle, en seguida, se puede comprobar el peligro que supone. A pocos metros de la acera las máquinas mueven enormes estructuras a “apenas medio metro de la gente que pasa”, cuenta Marisa, una de las afectadas. Tienen miedo porque hace unos días una maquinaria pesada rompió una de estas vallas.
Marisa explica que “a veces sueltan lodo y la gente mayor tiene mucho miedo” ya que podrían resbalar y caer. Además, las maquinas expulsan humo negro “que huele a gasoil”.
Los comercios son otros de los grandes damnificados ya que las vallas de las obras les taponan los accesos a sus locales y han visto disminuida la facturación de sus negocios hasta en un 40%. “Hay una panadería que se plantea si va a poder continuar”, explica otro vecino. Algunos negocios ya han cerrado sus puertas.
Las obras complican los accesos incluso a los servicios de emergencias. Ederlinda cuenta que hace unos días hubo un incendio y los bomberos no podían llegar porque todo está cortado.
Esto ocurre en la calle, pero dentro de las casas la cosa no mejora. Lola lleva seis meses sin poder abrir sus ventanas y sin dormir, “algún Lexatín que otro cae, durante el día se soporta, pero durante la noche…”, asegura que en ocasiones han estado toda la noche trabajando.
La Consejería de Transportes asegura que las hormigoneras deben estar activas las 24 horas y tienen un permiso extraordinario. Además, explican que las obras cumplen con la normativa de emisión de gases y ruido, pero la legalidad no evita que los vecinos lleven seis meses viviendo un infierno.
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