El que alguien sea alcanzado por un rayo en una tormenta eléctrica es algo bastante poco común, de hecho, la probabilidad de que pase es de 1 entre 500.000, aunque las cifras pueden variar dependiendo de la región y las condiciones climatológicas habituales, sigue siendo algo poco común. Aunque, en caso de suceder, las consecuencias pueden ser devastadoras.
La lesión por rayo dura tan solo unos milisegundos, pero tiene una potencia de hasta 10 millones de voltios y una temperatura muy alta, de unos 8000 ºC. Dependiendo de la localización, puede producir lesiones de diferente gravedad. En Europa se estima que esto pueda sucederle a unas 10 o 15 personas cada año.
Las lesiones que puede producir si un rayo alcanza a una persona pueden ser variadas, lo primero, es el impacto. Debido a la enorme potencia puede causar un traumatismo. Este puede producirse de dos maneras diferentes: por el alcance directo o por caer en el suelo cerca de la persona, en este caso, al entrar el rayo por los pies, las lesiones se generan de abajo arriba.
Este golpe tan intenso, puede causar un politraumatismo y se pueden encontrar fracturas en cualquier hueso del cuerpo. Por otro lado, también se producen quemaduras. Éstas no suelen ser muy profundas o graves, ya que, el contacto del rayo con el cuerpo es ínfimo y no da tiempo a que se puedan producir, de hecho, solo se ven en un 5% de los casos. Así que, lo más común es que las quemaduras sean superficiales, y que estén justo en el sitio donde ha caído el rayo.
Otra lesión bastante común son las metalizaciones. Esto se produce cuando la persona alcanzada lleva algún objeto metálico: anillos, pendientes, pulseras… la fuerza del rayo hace que se incrusten en la piel.
Por otro lado, también se pueden producir lesiones en los órganos. Entre el 25% y el 30% de personas a las que alcanza un rayo, mueren al instante al pararse el corazón. Un dato curioso es que, si la persona a la que ha alcanzado el rayo se la encuentra en parada cardiaca, se le ha de intentar reanimar, además, esta reanimación ha de durar más de lo normal, en torno a los 30 o 40 minutos. Ya que se ha visto, que estas personas tienen más probabilidades de salir adelante que cuando la parada cardiorrespiratoria es provocada por un accidente. Esto es porque, dicha parada no es por un fallo en la estructura del corazón, sino porque la corriente eléctrica ha sido la responsable de pararlo.
El alcance de un rayo también puede afectar al cerebro. Algunos pacientes pueden llegar a estar en coma o tener alteraciones de la memoria. También, se pueden producir parálisis, aunque estas suelen ser temporales, ya que no se deben a daños estructurales, sino que son debidas al espasmo tan grande que producen los músculos de las extremidades cuando el rayo ha alcanzado el cuerpo. Este espasmo muscular, además, puede liberar ciertas sustancias que más tarde van a acumularse en los riñones, por lo que puede ser común ver a pacientes alcanzados por un rayo que sufren de insuficiencia renal, pero esta se presenta a medio o largo plazo.
Por último, las personas que han alcanzado un rayo pueden ver afectados sus sentidos. En un 80% de los casos, se puede producir una rotura del tímpano por el impacto producido. También, a nivel oftalmológico, estas personas tienen mucho riesgo de sufrir cataratas, aunque, esto no se ve en el momento, puede suceder meses o años después del accidente.
Las distintas maneras en la que alcance el rayo a una persona pueden ser determinantes para las posteriores secuelas que puedan sufrir. Hay que saber que un 90% de las personas que son alcanzadas por un rayo sobreviven.
Para protegerse en una tormenta eléctrica del impacto de un rayo hay que buscar refugio en un edificio sólido o bien en un vehículo cerrado y con las ventanas subidas, ya que la corriente eléctrica atravesará el coche pero no tendrá influencia en lo que esté dentro, por lo que las personas no van a sufrir ningún daño.