La fragilidad física está asociada con la discapacidad, la pérdida de masa muscular, la hospitalización e incluso, con la mortalidad. Los más mayores son lo que más tienden a padecer esta fragilidad física. Los geriatras han recordado la importancia de mirar por la salud de los ancianos y evitar en la medida de lo posible, que esta fragilidad ponga en jaque sus vidas.
La calidad de vida de los mayores va a depender en gran parte de su fortaleza y su agilidad, capacidades que muchos carecen por “muchas horas de sillón, muchas horas de televisión” y llevar una vida totalmente inactiva. La actividad física es la clave para combatir el deterioro, tal y como apunta Leocadio Rodríguez Mañas, jefe de geriatría del Hospital de Getafe: “Muévase, cuando uno está caminando no solo está trabajando los músculos y el sistema cardiovascular, también está trabajando el cerebro, fundamental cuando uno envejece”.
La OMS insiste también en dejar atrás el sedentarismo, uno de los mayores agravantes de salud. En el caso de los adultos, la organización insta por realizar un mínimo de 300 minutos de actividad física moderada a la semana o 150 minutos de actividad física de alta intensidad.
La fragilidad es prevenible y reversible: “Solo una de cada tres personas que se rompe la cadera ha recuperado su autonomía funcional a los seis y 12 meses. Por tanto, lo que es razonable es intervenir sobre el riesgo de que uno se caiga”. Las roturas de huesos y las caídas son de los accidentes más habituales entre los mayores, sobre todo por la pérdida de equilibrio y agilidad.
Las terapias geriátricas se han convertido en una parte esencial para envejecer con calidad de vida: “El objetivo que nosotros perseguimos en las personas mayores es que se mantengan autónomas el mayor tiempo posible (...) Hemos hecho ensayos clínicos fundamentalmente en pacientes frágiles y prefragiles, donde las personas mayores mejoraban, y no solo mejoraban la función, sino también la condición y el estado de humor”.
Lo más importante es actuar con previsión, ya que “si no detectamos la condición, es imposible intervenir sobre ella”. Los geriatras insisten en realizar “un estudio de la situación funcional” al menos una vez al año a “toda persona mayor de 70años”.
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