Los afectados por la DANA, lejos de la ansiada normalidad 50 días después de la riada: "Aquí no acude nadie"

A punto de cumplirse dos meses de la mortífera DANA que arrasó con Valencia, la zona cero sigue siendo una completa ruina. Los militares y vecinos trabajan sin descanso para retirar el lodo de los garajes y sótanos mientras los negocios destrozados por la riada intentan recomponerse para la campaña de Navidad. Como informa Manu Reyes en el video, los damnificados se sienten abandonados y denuncian que las ayudas prometidas por el Gobierno no llegan

50 días después, localidades como Paiporta, Sedaví o Catarroja se encuentran igual de devastadas que hace un mes. Hacer vida normal en la zona cero es prácticamente inviable. Los vecinos se han tendido que acostumbrar por la fuerza a llevar una vida completamente distinta a la que llevaban antes de la DANA por la catástrofe generada en decenas de localidades. Sus vidas se han visto totalmente afectadas y parece que la limpieza y las ayudas cada día tardan más en llegar. 

Numerosos hogares siguen acumulando escombros y lodo casi dos meses después

Los damnificados denuncian que la recuperación de las zonas afectadas está siendo excesivamente lenta. Aunque muchas calles han sido despejadas por el incesante trabajo de los militares, vecinos y voluntarios, sigue habiendo hogares y negocios que parecen auténticos vertederos de la cantidad de escombros que acumulan. 

La riada se llevó negocios, vehículos y casas por delante, pero también el día a día de los valencianos. Los vecinos caminan entre desechos y escombros esperando las ayudas prometidas: “Llevamos dos meses desde que pasó y aquí no acude nadie. Esto no puede seguir así, aquí no acude nadie, no se preocupan de la gente”. Las víctimas de la DANA se encuentran hartas, cansadas y abandonadas: “Más abandonado que nada, estoy nervioso, fastidiado”. 

Las ayudas prometidas llegan a cuentagotas a los daminificados

La insalubridad de las calles hace imposible salir de casa y respirar sin una mascarilla. El aire está lleno de polvo y las aguas fecales se acumulan en las zonas residenciales: “Una campa llena de lodo, de vertidos, de todo topo de inmundicia”. Muchos edificios siguen repletos de lodo y escombros, generando la indignación de todos los afectados: “Aquí no hay forma de estar”. 

Las calles apestan a barro y humedad y numerosas infraestructuras han quedado dañadas. Los ascensores no funcionan en muchos de los edificios azotados por la riada y los vecinos, 50 días después, siguen haciendo largas colas para conseguir alimentos y productos de limpieza como escobas o fregonas.  

La ayuda humanitaria y económica, más necesaria que nunca, no termina de llegar aun habiendo pasado casi dos meses de la tragedia: “Necesitamos toda la ayuda del mundo”. Las tareas de limpieza “no avanzan” y la pesadilla que comenzó el 29 de octubre parece no tener fin. 

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