Después de la destrucción y devastación generada por la DANA, los expertos han comenzado a pronunciarse. La catástrofe que presenciamos el 29 de octubre, desgraciadamente, no va a ser la última y hay que estar preparados. Uno de los focos está puesto en los ríos y la conservación de sus cauces. Como informan Ana Martín e Irene Fernández en el video, la erradicación de la caña es vital para aminorar las consecuencias de este tipo de riadas.
La tromba de agua arrasó con todo a su paso hace dos semanas. Numerosos barrancos y ríos se desbordaron a gran velocidad inundando decenas de localidades valencianas. La DANA nos ha dejado miles de imágenes. Una de las más habituales son los ríos y las calles llenas de montones de cañas que fueron arrastradas por el agua.
Las cañas son una especie invasora no protegida que lleva siglos en nuestro ecosistema: “Es una especie exótica que hace muchos años que está aquí, más de 500”, explica Pau Fortuño, biólogo de CREAF. La caña es una especie que crece en la ribera de los ríos y se expande a una velocidad vertiginosa.
El problema de esta especie es que aumenta la gravedad de las riadas. Según indica Xavier García, experto en ecosistemas fluviales, “cuando hay crecidas, se rompen y bloquean puentes”, generando un tapón e impidiendo que el puente pueda evacuar el agua. Cuando la vegetación no aguanta, se acaba generando “un efecto ola”, que es lo que realmente tiene ese poder tan destructivo.
Los expertos sentencian que la caña debe ser erradicada cuanto antes, aunque “es muy costoso”. Se deben arrancar “de raíz para que no vuelvan a proliferar” y contener las crecidas de los ríos. Otra de las soluciones viene de la mano de la conservación de los cauces. La forma más efectiva es a través de la renaturalización con vegetación autóctona, “poco a poco va haciendo sombra y esa caña se va retirando”. La renaturalización además aminoraría las velocidades a las que viaja el agua en los ríos actuando como un muro.
La riada y la última DANA han provocado que todo tipo de residuos terminen desembocando en el mar. Málaga se ha llevado una de las peores partes de este temporal. Muchas playas siguen cerradas como consecuencia de los residuos que ha expulsado el río Guadalhorce. Los servicios de limpieza trabajan sin descanso despejando la zona para poder reabrir las playas al público lo antes posible y que esta pesadilla que ha dejado más de 200 víctimas mortales y una devastación jamás vista, por fin finalice.
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