La inocencia de los niños tras la DANA: así viven los más pequeños la tragedia
Muchas familias decidieron aislar a sus hijos de las consecuencias de la DANA para que no sufrieran
Los niños acuden a los colegios a repartir ayuda a los damnificados tras la riada
Continúa la búsqueda de los desaparecidos tras la DANA por tierra, mar y aire: se inspeccionan garajes y barrancos
Una semana después de la DANA, la gente trata de recuperar su día a día. Los más pequeños también son testigos de la catástrofe y sus terribles consecuencias. Muchos de ellos, además de perder su casa o familiares, han perdido su lugar de referencia: el colegio. Como informa Hugo Domínguez en el video, muchas escuelas siguen inundadas de barro y escombros, por lo que es imposible volver a la normalidad. Aun así, gracias a su inocencia, los niños viven la DANA de una manera menos trágica.
Tras la riada, muchos padres como Juan tomaron la decisión de aislar a sus hijos de la catástrofe lo máximo posible. La noche de la riada, mientras su casa se inundaba, se puso a jugar con sus niñas para no alterarlas: “Hicimos un juego sin luz, con linternas”. Es prácticamente imposible ver niños por las calles de las zonas más afectadas como Paiporta, Sedaví, Aldaya o Massanassa paseando entre el barro y los escombros. Los más pequeños fueron trasladados a las afueras de Valencia para que no vieran el desastre y estuvieran a salvo.
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Las familias vuelven a reencontrarse una semana después de la DANA
Una semana después, muchas familias han vuelto a reencontrarse: “Estar separados es difícil, es muy difícil”, comenta Tania, madre de dos niñas. Muchos de ellos se han sumado los miles de voluntarios que han acudido a las localidades arrasadas por la DANA para ayudar en lo posible: “Ellos se quedan trabajando por la mañana (sus padres) y yo salgo con él, así él también sale un poco y se despeja”, explica una chica que va de voluntaria con su hermano. Los colegios se han convertido en puntos improvisados de recogida de alimentos. Su inmobiliario no se está usando para dar clase, sino para ayudar a los damnificados.
Los niños se han mostrado completamente inocentes y enteros ante el temporal. Lo único que han echado de menos estos días es el colegio y a sus compañeros: “Bien porque no hay clase y mal porque no puedo ver a mis amigos”. Aunque sea duro, algunos psicólogos recomiendan no aislar del todo a los niños, sino adaptar la realidad a su edad.
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