El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha condenado a España a pagar 26.000 euros en concepto de daño moral y costas a una testigo de Jehová que demandó a la Administración tras haber recibido varias transfusiones de sangre en el marco de una operación de urgencia, a pesar de que se había negado a ello. Según informa Lorelei Esteban en el vídeo, la transfusión salvó la vida de la mujer pero ella no había dado su consentimiento.
La mujer, testigo de Jehová, había dejado por escrito que se negaba a recibir ese tratamiento en un hospital de Madrid por sus creencias. Ahora el Tribunal de Estrasburgo le ha dado la razón condenando a España a indemnizarla por el daño moral.
Para entender el caso hay que partir de la base de que la chica era testigo de Jehová y ellos tienen ciertes convicciones, para ellos es un pecado cualquier tipo de trasfusión de sangre.
Todo comienza cuando ella empieza a encontrarse mal y acude al hospital de Soria donde le diagnostican un mioma uterino. A lo largo de los meses su estado fue empeorando y en ese periodo dejó varios escritos en los que dice que no quiere recibir trasfusiones de sangre porque va en contra de sus creencias religiosas. La paciente tiene varias hemorragias, su vida corre peligro y deciden derivarla al hospital de La Paz de Madrid. Durante el trayecto contactan con el juez de guardia, le preguntan si pueden realizarle una trasfusión y dice que sí, por lo que los sanitarios procedieron a realizarla.
La transfusión de sangre le salvó la vida, pero ella no había dado su consentimiento para que la llevaran a cabo. Se da la circunstancia de que durante la llamada al juez ella estaba consciente, pero pensó que solo la iban a operar. Cuando se enteró decide demandar al considerar que había sido como una violación, literalmente esas fueron sus palabras.
Los tribunales españoles rechazan todos sus recursos y lo elevan al Tribunal Europeo de Derechos Humanos que es quien ha decido que tiene razón y que deben indemnizarla.
La cuestión es que esa trasfusión era necesaria para que continuara con vida y, aunque se había negado por escrito a recibirla, también dijo que no quería morir.
Durante el proceso legal le preguntaron si estaba preparada para morir en caso de no haber tenido la transfusión y su representante legal respondió que deseaba vivir y todavía desea vivir. Ahí está el debate moral, ella deseaba vivir sin transfusión de sangre y sin transfusión no era posible, pero lo había expresado por escrito y según Estrasburgo no se ha respetado su vida privada ni su libertad religiosa.
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