Se cumplen 30 años de la primera patera que llegó a Canarias: "Nadie sabía lo que era recibir migrantes"

En el verano de 1994, entre el viento y las olas, llegaba la primera patera a las costas de Canarias. Existen pocas fotografías que retraten el momento, pero Gerardo lo guarda todo en su memoria, según informa Rita Déniz y Alicia Díaz. “Eran saharauis que huían del conflicto”, recuerda. Estas primeras personas llegaron por las salinas mientras el faro de la Entallada les guiaba. Tras cumplirse 30 años de ese momento, Canarias es la zona con más migrantes que sigue en busca de una solución con el resto de las Comunidades Autónomas.

“Nadie sabía lo que era recibir migrantes y no estaban preparados”, reconoce Gerardo. Hoy, las instituciones públicas hacen un homenaje a todos aquellos que embarcaron en busca de una vida mejor. Se trata de una exposición que describe lo que ocurre en estas últimas décadas en un lugar clave: el faro que marcó el camino.

“30 años después estamos viviendo el peor momento”, confiesa Fernando Clavijo

Entre estas fotografías y la realidad que sucede ahora tan solo hay una diferencia: el tiempo. "Unas imágenes que no podían faltar y que abrieron mucho debate son las fotos de personas fallecidas", añade Desiré Martín, fotoperiodista. Y es que la situación no ha cambiado. “30 años después estamos viviendo el peor momento”, señala Fernando Clavijo, presidente del Gobierno de Canarias.

Desde entonces, por la ruta canaria han llegado 230.000 migrantes, la mitad en los últimos cuatro años. Las cifras consolidan esta ruta como una de las más activas y peligrosas del planeta. Pero detrás de estos números están personas como Mamadú, quien no quiso desaprovechar la oportunidad: “Me dijo ‘Hay un cayuco que va a salir esta noche’ y respondí que sí”.

“Fue duro, complicado, porque tuvimos un accidente y murieron 11 personas”, afirma ISA

Isa es otra de las migrantes que llegó hace 20 años y todavía se le ponen los pelos de punta al recordar su travesía. “Fue duro, complicado, porque tuvimos un accidente y murieron 11 personas”, sentencia. Kali también sufrió, aunque lo peor fue cuando le pagó un billete a su hermano, quien nunca llegó.

“Todos los días me acuerdo de él”, lamenta. Ahora intenta apoyarse en las buenas noticias, en su nueva vida. Kali es autónomo y tiene una frutería: “Parece que todos los objetivos se van dando poquito a poco”. Son algunas de las miles de historias de esas personas que viajaron en busca de un futuro mejor poniendo su vida en riesgo.

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