Más de 700 españolas se marcharon a Australia bajo el ‘plan Marta’. Se trataba de un proyecto que nació en los años 60, en la época del dictador Francisco Franco, apoyado por la Iglesia Católica. La idea era enviar mujeres al otro lado del mundo para que se casaran y formaran una familia. Seis décadas después hablamos con algunas de ellas.
Octavia es una de las mujeres que se subió al ‘avión de las novias’ con rumbo a Australia. Ella formó parte de la segunda expedición del ‘plan Marta’, un acuerdo migratorio entre ambos países. “Yo quería aprender inglés y volverme a marchar”, asegura. Pero sus planes cambiaron.
En 1960, más de 700 mujeres entraron en el ‘plan marta’, un proyecto migratorio que ensalzó la Iglesia. “Yo fui a la parroquia y el cura dijo que querían chicas para Australia”, sostiene Octavia. Ella fue una de las que se marcharon para ser trabajadoras domésticas con un contrato de dos años. Los dos requisitos eran ser católicas y solteras.
Octavia no lo recuerda con mucho cariño: “Era como estar en una cárcel. Trabajabas toda la semana y cuando llegaba el fin de semana ibas a misa”. La meta del ‘plan Marta’ era que crearan familias con los hombres españoles que se marcharon a trabajar la cañada de azúcar. “Necesitaban que estos hombres se quedaran, formaran familias, procrearan y ayudaran a levantar al país”, indica Natalia Ortiz, autora del libro ‘El plan Marta’.
Todas estas mujeres cogieron sus pertenencias y se subieron al ‘avión de las novias'. Para ellas, la soledad fue una dificultad más en sus experiencias. “Cuando salí de casa de mi madre, me dijo que recordase que iba a encontrar a gente que nunca había conocido a ningún español”, afirma María José Ugarte, una de las migrantes que viajó a Australia.
María José asegura que el club español de Sidney les ofreció durante 50 años un sentimiento de pertenencia que todas necesitaban. “Fue increíble lo que hicieron esas mujeres y esa pequeña comunidad que formaron”, subraya Natalia Ortiz. “Fueron pioneras en la transmisión de la lengua española y de nuestra cultura”, añade. Y es que no cabe duda que su aventura en Australia mereció la pena.