Lydia Alba Baeza y Javier Letón Carrasco estaban esperando a Chloe. Pero todo cambió un día antes del parto: su hija no tenía latido. “Tras un minuto de silencio me lo dijeron”, explica Baeza. “Tienes que evadirte de que tu bebé está fallecido dentro de ti”, añade. En España, existen 2.300 casos de muerte perinatal al año.
Las familias entran en estado de shock y el hospital tiene el deber de iniciar un protocolo para que puedan tener un duelo sano. Los especialistas y los psicólogos recomiendan que le faciliten a los padres poder ver al bebé y abrazarle para tener una buena despedida.
La muerte perinatal se considera el fallecimiento de un bebé desde la semana 22 de gestación hasta el día siete de vida. “Recuerdo cerrar los ojos y sentir mucho peso. Me costaba respirar”, dice ella sobre el momento del nacimiento de Chloe. “Laura, la auxiliar en el parto, nos dijo que si queríamos poner música. Con esto, sus palabras y su tranquilidad, recuerdo cómo entraba el sol por la habitación. Todo fue muy idílico dentro de lo horroroso que era”, añade Baeza.
Cuando ocurre una muerte perinatal, en lo administrativo, los bebés fallecidos eran inscritos bajo la expresión de ‘legajo de criatura abortiva’. Ahora, ya no se utiliza. Las familias tienen dos peticiones: que los bebés sean inscritos en los libros de familia y poder ver a sus hijos después del parto. Aspectos que no conllevan ningún coste adicional al Estado. “Cuando nació, la vistieron y la envolvieron. La primera vez que la vi me invadió como una sensación de amor. El miedo se esfumó y la tristeza también”, destaca ella.
Ver a tu bebé fallecido y darle un 'adiós' es la mejor medicina para los padres. “Ese momento solo era amor de poder conocerla y ver sus manos, sus pies y estar con ella”, resalta Baeza. “Le hablábamos de cómo era su habitación y de cómo éramos nosotros. Interactuábamos con ella”, indica.
Aunque luego llega el duro golpe de la realidad. “Las tres horas que estuvimos con ella fueron bonitas. Cuando se terminó eso y al día siguiente volvimos a casa, fue el peor momento”, sostiene Letón. Una situación más delicada para las mujeres. “Mi sensación era de no querer dejar de sangrar ni que me dejara de doler al caminar porque era lo único tangible que me unía al parto”, lamenta. Ahora, Chloe llena cada rincón de la casa mientras sus padres luchan por visibilizar los casos como el de ella.