Un dron ucraniano sospecha que un soldado ruso está escondido en una trinchera en medio de un conflicto que podría dar un giro con la ofensiva de Ucrania. Se coloca sobre él y comienza a lanzar cinco cargas explosivas. Cuando va a tirar el sexto, se encuentra con un hombre desorientado y herido, pero con vida. Tras rendirse, suplica por su vida durante unos segundos eternos en los que tan solo un botón de este aparato -convertido en el principal protagonista de la guerra- puede acabar con todo.
Las imágenes hablan por sí solas. A diferencia de las secuencias que nos está dejando la guerra, el operador del dron decide alejarse y soltar su carga en el campo. El soldado, que se levanta a duras penas y avanza arrastrándose por la trinchera, elige la dirección equivocada y se acerca a los bombardeos. El aparato le intenta avisar hasta que, un par de metros después, el hombre se cae al suelo y pide algo de agua. El vídeo ha sido difundido por Ucrania tras centenares de ataques a soldados rendidos capturados por drones.
Cuando el soldado ruso cae al suelo, el dron le lanza una botella junto a una nota en la que le explica que tiene que cambiar de dirección. Él comienza la travesía por ese campo de combate donde siguen cayendo bombas. Exhausto, cuando ve un agujero, se tira para descansar. El aparato le sigue y le hace señales para que siga, pero el ruso le pide unos minutos para fumarse un cigarrillo.
Tras sacar de su manga el paquete de tabaco y el mechero, calma su angustia tirado en un cráter de artillería. El soldado retoma su camino, con varias explosiones a pocos metros y sin fuerza para sobresaltarse. Él avanza como si fuese un zombie, arrastrando los pies hasta que acaba detenido por una patrulla ucraniana que le hace prisionero. Se trata de unas imágenes que demuestran cómo en medio del caos y la guerra, todavía queda un poco de compasión.
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