El silencio inunda cada centímetro de Kiryat Shmona (Israel), una zona de alto riesgo. Tan solo se pueden distinguir tres sonidos a lo largo del día: el silbido de las aves, los maullidos de los gatos y el sonido de los misiles. La mayor parte de la población está realojada en otros puntos del país y la prueba de ello son las estaciones de autobuses, donde cientos de personas han mirado por última vez lo que queda de sus hogares, según informa Lara Escudero.
Miles de habitantes de los pueblos fronterizos -sobre todo los que se encuentran a menos de seis kilómetros con Líbano- se ven obligados a desplazarse a otros lugares por los ataques entre Hizbolla e Israel. “Me marcho, dejo todo. No se puede vivir aquí porque mi casa está destrozada”, dice uno de los vecinos.
Kiryat Shmona es un escenario de múltiples ataques de Hezbulá e Israel. La huella de los combates se puede observar a cada paso: en los bloques de viviendas, en las guarderías transformadas en refugios, los comercios y gimnasios inhabilitados. Pero, entre toda la destrucción, hay personas que se niegan a marcharse. “Es peligroso, pero no pienso irme por nada del mundo. Es mi hogar y no me van a echar de él”, confiesa uno de los residentes que sigue aquí. En su casa vivía con su mujer hasta que ella se desplazó a otra zona.
Él está tan acostumbrado a los sonidos de la guerra que tiene hasta su propia habitación del pánico. Una vivienda de muchas que se encuentra rodeada de cielo y montes calcinados desde que se convirtió en un enclave. Israel ha declarado que mantendrá un plan de evacuación, por lo menos hasta agosto, y ayudas económicas para sus ciudadanos desplazados mientras la guerra continúa. El líder del grupo libanés Hezbulá, Hasán Nasrala, reiteró este miércoles que si finalmente se logra un alto el fuego en Gaza, se comprometen a dejar de luchar en la frontera contra Israel.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.