Ucrania continúa sufriendo los estragos del avance ruso, con la invasión cumpliendo dos años el pasado sábado. En las últimas horas, los drones han causado más víctimas mortales, más heridos y más destrozos en Odesa y Járkov, así como continúan los ataques sobre otros objetivos. Prueba de ello es Chasiv Yar, hoy convertida en una ciudad fantasma.
En el lugar, donde el acceso es casi imposible para la prensa, Laura de Chiclana nos muestra la terrible situación. Con el frente a las puertas de la localidad, todos los edificios tienen señales de bombardeos y de destrucción. Aquí, de 13.000 habitantes que había antes de la gran invasión, ahora solo quedan 800.
Sobre el terreno, algunos de los que todavía se mantienen en la zona pese a la peligrosidad existente, nos cuentan cómo sus casas han quedado destruidas por esos ataques, así como que todos sus amigos han muerto.
Con los estruendos cada vez más cerca, recalcan, sin embargo, que no quieren ser evacuados: “Nací aquí y moriré aquí”, nos explica Oleg, uno de los pocos que permanecen en Chasiv Yar.
Desabastecidos, los civiles que se atreven a salir a la calle buscan suministros en uno de los denominados ‘puntos de invencibilidad’. Los pocos que quedan en esta ciudad entre los escombros, --perteneciente al distrito de Raión de Bajmut, en el óblast de Donetsk--, acuden a una pequeña habitación todos los días para poder calentarse, tener algo de luz y cargar los teléfonos, para comer y para poder recibir ayuda humanitaria.
“Cuando el generador se detenga, volveré a casa”, nos cuenta otro vecino, asegurando que no tiene cómo mantenerse si se va de la ciudad.
“No quiero ser enterrado en tierra extranjera”, señala.
En esta situación, los civiles conviven todo el día con las explosiones y el fuego de artillería es constante.
Con el frente a tan solo dos kilómetros, las fuerzas de Kiev tratan de defender sus posiciones y evitar que el ejército ruso siga avanzando, pero la situación es sumamente compleja.
Lo prueba también una frase en un edificio muy emblemático que fue atacado en Chasiv Yar, donde los soldados dejaron grabado un mensaje: “No estamos pidiendo mucho. Solo necesitamos artillería y aviación. Del resto nos encargamos nosotros”.
No obstante, “desafortunadamente los rusos cada día están más cerca”, como cuenta desde el terreno un jefe de la administración militar.
Mientras, ellos, los que no quieren, no pueden o no saben irse, se han convertido en los últimos de Chasiv Yar.