Australia, el continente habitado más seco del planeta, sigue una estrategia polémica para combatir la sequía. El agua de riego es una mercancía con la que se especula, dicen que así se destina a los usos más eficientes. Lo que sucede es que su precio se dispara hasta un 140% cuando escasean las lluvias. Las épocas de sequía en Australia pueden ser devastadoras, además de que el agua no es un bien público, sino un activo cuyo precio varía según marque el mercado.
Richard Torgersrud, un empresario agrónomo, comenta que ha necesitado tirar de imaginación para que a sus cultivos no les falte agua. Ha construido un sistema que recolecta y almacena lluvia. Así garantiza el suministro de regadío pensando en las vacas flacas. Si los granjeros comienzan a acumular lluvia y grandes empresas se dedican a extraer el agua, los ríos se vacían a un ritmo superior al marcado por el cambio climático.
Erin O’Donell, abogada y profesora de la Universidad de Melbourne, cuenta que se llegan a pagar hasta 600 euros por megalitro. Añade que, aunque exista un tope para proteger el medio ambiente, se incrementa el agua que se extrae para regadíos. El sector agrícola y ganadero recibe un 70% del agua disponible, pero al ser un mercado especulativo, hay algunos que prefieren venderla o acumularla bajo unas normas muy laxas.
Ahora es el momento en el que los ríos australianos tienen mayor caudal y cuando se produce la mayor extracción de agua. Esta práctica especulativa perjudica sobre todo a las primeras naciones australianas, los aborígenes. La comunidad de los aborígenes está muy relacionada con el agua y cada vez les resulta más difícil acceder a ella. Bruce Shillingsworth, líder aborigen y activista, explica que un río muerto supone que una comunidad también muera.
La activista Kazan Brown habló sobre la presa más grande de Australia que hace que el agua llegue hasta Sídney. Dice que en esa zona vivía su familia hasta los años 40, cuando sus abuelos fueron expulsados y obligados a vender sus tierras sin ninguna compensación. Muchos desplazados tuvieron que establecerse en zonas remotas y áridas.