Koldo García ha declarado durante dos horas y media. El que fuera asesor de José Luis Ábalos le sigue defendiendo ante el Tribunal Supremo, niega las comisiones y desmiente las acusaciones de Víctor de Aldama. Según informa Isabel Sanz en el vídeo, lo que no ha sabido o no ha querido explicar es el incremento de su patrimonio. ¿Ha convencido al juez?
Las explicaciones que Koldo García ha dado parece que no han llegado a convencer ni a la Fiscalía ni al juez Leopoldo Puente, que instruye el caso en el Tribunal Supremo. El punto más débil en su defensa y que plantea más dudas es la explicación de cómo obtuvo su patrimonio que, según ha planteado el propio juez en el interrogatorio, era demasiado elevado para su sueldo.
Koldo García no ha sabido explicar cómo su mujer y él llegaron a ingresar 1.2 millones de euros en tan solo cinco años, entre 2017 y 2021. El exasesor de José Luis Ábalos tampoco ha podido explicar por qué tenía tantas entradas de efectivo, habla de préstamos y de donaciones de familiares, pero no ha convencido.
Sobre el piso que disfrutaba presuntamente la pareja de José Luis Ábalos, Koldo García dice que le pidió ayuda a un empresario para que Jessica pudiera estar en algún sitio, afirma que lo hizo porque eran amigos y que era una solución temporal, que se alargó durante dos años y que, a razón de 2.700 euros al mes, al juez le ha parecido demasiado cara. Lo cierto es que el piso lo pagaba un socio de Víctor de Aldama y, se sospecha, que en realidad era un favor a José Luis Ábalos.
Por otro lado, está la casa de Cádiz. Los investigadores, la Fiscalía y el juez sospechan que se trata de otro favor al exministro de Transportes. Esta vivienda, según la versión de Koldo García, él lo buscó como una asesoría más para Ábalos, dice que simplemente le estaba ayudando a buscar un piso para alquilar en vacaciones.
Sin embargo, el juez pone el foco en que si lo que buscaban era un alquiler de vacaciones porque todo lo que le presentaban eran casas para comprar. Lo que sospechan los investigadores es que iban a comprarlo para que los disfrutara Ábalos y, después, hacerlo parecer un alquiler con un contrato falso.
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