El campo español lleva días con protestas y movilizándose, entre otras cosas, por lo que consideran competencia desleal y la cada vez mayor entrada de alimentos de otros países. Y es que las importaciones han repuntado un 88% en la última década, destaca nuestra compañera Edurne Arbeloa.
Según el último informe de comercio exterior, si hablamos de frutas, hortalizas y legumbres, España ha exportado un 5,2% más en 2023 que en el mismo periodo de 2022 pero las importaciones han crecido un 12,1%. En cuanto a la carne, esa diferencia es aún más evidente: las exportaciones subieron un 6,9% y las importaciones, un 14,8%.
Las compras a países que no pertenecen a la Unión Europea han ido aumentando en los últimos años y suponen ya el 51%. En este caso, destacan las importaciones de Brasil, China y Marruecos.
El país carioca es el primero de dicha lista puesto que las compras españolas se han incrementado un 133% en los últimos cuatro años, sobre todo de habas, soja, maíz, azúcar y café.
A continuación se encuentra China, al que compramos ahora un 103% más. Del gigante asiático llegan principalmente grasas, aceites, pimientos y moluscos. Y en tercer lugar está un país vecino, Marruecos, del que importamos un 37%, destacando las legumbres, las frutas y las hortalizas.
Por solidaridad con los agricultores o por su calidad, el producto patrio nos da confianza. Sin embargo, hay quien ni se fija. Y también, claro está, quien no se lo puede permitir puesto que la diferencia económica es notable.
Si queremos alimentos de temporada, muchas veces no queda otra que tirar del extranjero. Además, en cuanto a los productos de fuera, a veces, hablamos de la mitad de precio. Es lo que ocurre con las judías de Marruecos, según explica Mariano, dejando claro que las nacionales no pueden competir.
Los agricultores, destrozando producto extranjero, acusan a las grandes cadenas de alimentación de utilizar las importaciones para ajustar cada vez más los precios que les pagan a ellos.
Un ejemplo: un ciudadano compra un kilo de limones a 1,95 euros y el productor tan sólo recibe veinte céntimos, casi diez veces menos. Por lo tanto, es evidente que "alguien aquí se está forrando", denuncia Rubén Sánchez, portavoz de FACUA.
Los supermercados se defienden y reivindican todos los eslabones de la cadena. "Hay que pagar a aquellos que transportan esos limones a la central hortofrutícola y hay que pagar los procesos de selección y calibraje", señala Aurelio Del Pino, presidente de ACES.
Las asociaciones de consumidores reclaman un doble etiquetado que permita saber el precio que se ha pagado al agricultor. "Una transparencia que nos permitirá, si queremos, empatizar con esa situación y optar por aquellos productos donde el agricultor haya sido menos maltratado", apunta Sánchez.
Los consumidores, que al fin y al cabo son los que tienen que hacer el gasto final, también reclaman mayor claridad en la cadena alimentaria.