Las garrapatas son parásitos externos que se alimentan de la sangre de los animales, incluido los perros. Quitar una garrapata es una tarea importante para proteger su salud y prevenir enfermedades transmitidas por estos arácnidos, pero hay que realizarlo con cuidado y precaución, puesto que una mala ejecución puede repercutir negativamente en tu mascota. A continuación, te detallamos los pasos para realizar esta labor de forma segura y efectiva
Antes de comenzar, asegúrate de tener todo lo necesario a mano: unas pinzas, guantes desechables y un desinfectante. Acuesta a tu perro en una posición cómoda, asegúrate de que estés en una zona con buena iluminación y que tu mascota no se mueva mucho y no dificulte. Las pinzas preferiblemente de punta fina son ideales para agarrar la garrapata lo más cerca posible de la piel del perro, lo que facilita su extracción completa. Los guantes desechables te protegerán de posibles enfermedades transmitidas por estos parásitos y el desinfectante (como el alcohol) se utilizará para limpiar la zona después de retirar la garrapata.
Tómate el tiempo necesario para revisar con mucha atención a tu perro. Las garrapatas pueden esconderse en áreas difíciles de alcanzar, así que asegúrate de palpar todo su cuerpo, prestando especial detalle en las zonas donde estas se suelen alojar como las orejas, entre los dedos, alrededor de la cabeza y en la base de la cola.
Una vez que hayas identificado una garrapata, asegúrate de examinar cuidadosamente la zona para detectar cualquier otra que pueda estar presente. Las garrapatas pueden ser difíciles de encontrar debido a su tamaño pequeño y su habilidad para esconderse en el pelaje del perro.
Cuando vayas a quitar la garrapata, utiliza las pinzas o el instrumento de tu elección para agarrarla lo más cerca posible de la piel del perro, justo alrededor de la cabeza. Esto minimizará el riesgo de que se rompa.
Es importante tener mucho cuidado al retirar la garrapata para evitar dejar partes de su cuerpo incrustadas en la piel del perro, lo que podría causar irritación o infección. Al fin y al cabo, estos parásitos son portadores de virus y enfermedades infecciosas muy perjudiciales para tu mascota. Aplica una presión firme y constante para levantar el arácnido lentamente de la piel, evitando torcer o tirar bruscamente.
Después de quitar la garrapata, limpia la zona con alcohol o algún desinfectante para prevenir infecciones. Esto también ayudará a calmar cualquier irritación que pueda haber ocurrido durante la extracción de la garrapata.
Una vez que hayas quitado la garrapata, mantén un ojo en la zona durante los próximos días para detectar cualquier signo de irritación o infección, como enrojecimiento, hinchazón o secreción. Si notas alguno de estos síntomas, consulta a tu veterinario de inmediato.
Para evitar futuras infestaciones de garrapatas, considera utilizar tratamientos preventivos recomendados por tu veterinario, como collares repelentes o productos tópicos. Además, realiza chequeos regulares en tu perro para detectar esta y otras plagas, incluso de parásitos internos, especialmente después de pasar tiempo al aire libre en áreas donde puedan habitar estos parásitos.
Quitar una garrapata a tu perro es un proceso que requiere paciencia y atención al detalle, pero es necesario para la salud y el bienestar de tu mascota. Si encuentras dificultades durante el proceso o no te ves preparado, no dudes en buscar asesoramiento veterinario o realizar cursos especializados.