Desde que en 2020 se produjera la pandemia de coronavirus y afectara a todo el globo terráqueo, el interés por las enfermedades pandémicas y el modo de tratarlas se multiplicó exponencialmente. En cada país se tomaron medidas de todo tipo para frenar a la COVID-19 y las muertes que estaba causando de la manera más eficaz posible. De hecho, desde entonces se tienen más en cuenta los protocolos y, en general, las personas están más concienciadas de que puede repetirse una situación crítica como la que se vivió. Porque ya parece que ocurrió hace mucho tiempo pero no han pasado más que cuatro años.
Por lo tanto, el primer objetivo que hay que marcarse pasa por prevenir la propagación de este tipo de enfermedades para no llegar a la situación vivida en 2020.
Prevenir la propagación de enfermedades pandémicas
Para lograr este objetivo hay que optar por un enfoque múltiple en el que haya colaboración internacional, se fortalezcan los sistemas de salud, se mejore la educación pública al respecto y, claro está, se plantee la implementación de políticas efectivas.
En este punto podemos hablar de algunas estrategias que han de estar encima de la mesa de las personas que toman las decisiones al respecto:
Vigilancia y detección temprana mediante sistemas de monitorización que detecten brotes de enfermedades lo antes posible; así como a través de la cooperación entre países y organizaciones internacionales, como es el caso de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Preparación y respuesta rápida basada en planes de contingencia con protocolos claros para la cuarentena, el aislamiento y el tratamiento de pacientes. Será conveniente también llevar a cabo ejercicios de simulación para el personal de salud.
Fortalecer los sistemas de salud invirtiendo en infraestructura –hospitales y centros de salud bien equipados– y en capacitar al personal de salud.
Invertir en I+D, ya sea financiando la investigación y el desarrollo de vacunas y tratamientos efectivos para enfermedades infecciosas, o mediante la realización de estudios epidemiológicos que ayuden a entender la transmisión de enfermedades de cara a desarrollar estrategias de intervención más efectivas.
Elaboración de mejores políticas de salud pública, como es el caso de la promoción de medidas de higiene adecuadas o la implementación de restricciones de viaje y controles fronterizos cuando llegue el momento de limitar la propagación de una enfermedad.
Concienciación pública. Según pasan los años, la concienciación ante una posible pandemia entra en declive y las costumbres se relajan, por lo que siempre resulta conveniente desarrollar campañas de información pública para educar a la población sobre cómo prevenir la propagación de enfermedades. Además, las autoridades han de trabajar en combatir la desinformación y las fake news que pululan por las redes sociales y algunos medios de comunicación.
Optar por un enfoque integral en el que se incluya la colaboración entre diversos sectores además del de la salud, como es el caso de agricultura, transporte y educación.
Más allá de las medidas para prevenir la propagación de enfermedades pandémicas a nivel general, es importante que cada persona tenga muy claro lo que debe hacer en caso de que un nuevo virus surja y se propague rápidamente. En la web del gobierno estadounidense ready.gov enumeran qué debemos hacer en caso de que se declare una pandemia –la mayoría de las acciones las hemos tenido muy presentes en los últimos tiempos–:
Lavarse las manos a menudo con agua y jabón durante al menos 20 segundos, además de no tocar los ojos, la nariz o la boca.
Mantener una distancia de al menos 2 metros con otras personas no convivientes.
Cubrirse la boca y la nariz con una mascarilla en público.
Limpiar y desinfectar objetos y superficies que se tocan a menudo.
Quedarse en casa tanto como sea posible para prevenir la propagación de enfermedades.
Seguir las directrices de las autoridades sanitarias.
Todos estos consejos estuvieron a la orden del día hace apenas tres y cuatro años… y ojalá no vuelvan a ser necesarios.