¿Cuál es el protocolo a seguir frente al acoso?
Crear protocolos para prevenir todo tipo de acoso resulta clave para frenar estos comportamientos
Aunque el acoso sexual y el escolar son diferentes, hay puntos en común al realizar un protocolo de actuación
Así es el acoso escolar
El acoso es la acción o efecto de acosar según el Diccionario de la Real Academia Española, que apunta lo siguiente sobre este verbo: “Perseguir, sin darle tregua ni reposo, a un animal o a una persona”. Por lo tanto, hay muchos tipos de acosos y cuando se trata de seres humanos, muy pocos son positivos.
Por ello, el Ministerio de Igualdad expone en su web una definición que se ajusta mucho más a lo que el acoso supone, ya sea en materia laboral, sexual, escolar…: “El acoso ocurre cuando una persona tiene un comportamiento que afecta a la dignidad de una persona y que crea hacia esa persona un entorno intimidatorio, hostil, degradante, humillante u ofensivo. La forma de acosar puede presentarse bajo diferentes formas: desde la no asignación de tareas hasta la asignación de actividades sin sentido o por debajo de sus capacidades, agresiones verbales, sexuales, etc.”.
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Protocolos frente al acoso
Para evitar este tipo de comportamientos que no solo pueden dar lugar a delitos, sino que suelen dejar huella en las personas afectadas, se han diseñado protocolos para hacer frente a tales acciones. Estos protocolos tienen el objetivo de mostrar procedimientos y medidas que pueden tomar tanto los afectados, como las personas cercanas o las empresas en caso de que se trate de un acoso laboral o sexual que se esté dando en el lugar de trabajo.
Obviamente, el protocolo frente al acoso escolar difiere con respecto al acoso sexual, por poner solo un ejemplo. Sin embargo, todos ellos se rigen por un mismo principio. Y no es otro que frenar estos comportamientos intimidatorios y degradantes.
Protocolo frente al acoso sexual y moral
Si nos centramos en este tipo de acoso, podemos hacer referencia al manual creado por el Ministerio de Igualdad y titulado: “Protocolo para la prevención y actuación frente al acoso sexual, el acoso por razón de sexo y otras conductas contrarias a la libertad sexual y la integridad moral en el ámbito laboral”. En este documento se apuntan dos modelos de protocolo, aunque ambos comparten el mismo tipo de medidas:
- “Medidas preventivas, con declaración de principios e identificación de conductas que pudieran ser constitutivas de acoso sexual, acoso por razón de sexo o contrarias a la libertad sexual y a la integridad moral”.
- “Medidas proactivas o procedimentales de actuación para dar cauce a las denuncias o reclamaciones que pudieran producirse y medidas cautelares y/o correctivas aplicables”.
- “Identificación de medidas reactivas en función de lo concluido y, en su caso, el régimen disciplinario”.
En ellos es importante la fase de tutela preventiva, la definición de las conductas y los procedimientos de actuación, que deberán estar en consonancia con el tipo de acoso llevado a cabo. Así las cosas, en el primero se dan los siguientes pasos:
- Presentación de denuncia o reclamación
- Reunión de la comisión instructora del Protocolo de Acoso (máximo de tres días laborables desde la recepción de la denuncia o reclamación)
- Fase preliminar (siete días laborables)
- Expediente informativo (diez días laborables)
- Resolución del expediente de acoso (tres días laborables)
- Seguimiento (30 días naturales)
En cuanto al segundo, el protocolo es el siguiente:
- Presentación de denuncia o reclamación
- Activación del protocolo de acoso (dos días laborables)
- Expediente informativo (diez días laborales)
- Resolución del expediente de acoso (tres días laborables)
- Seguimiento (30 días naturales)
Protocolo frente al acoso escolar
Como hemos apuntado, cuando se trata de acoso escolar los protocolos son similares pero tratan una realidad muy distinta. Para comprender mejor cómo se crean, podemos echar un vistazo al “Protocolo de actuación” de la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE). En él se diferencian tres actores diferentes: las familias, los alumnos y el centro escolar. Y para todos ellos hay medidas para la prevención, la alerta y la actuación. Su objetivo es ser más ágiles que los protocolos oficiales, por la sencilla razón de que los niños deben dejar de sufrir lo antes posible. Es decir, se proporcionan todas las vías posibles para frenar una situación que, desgraciadamente, tiende a repetirse en los centros educativos.
“AEPAE es consciente de las dificultades con que se encuentran todos los miembros de la comunidad educativa, del miedo y respeto que provoca hablar de acoso escolar y más aún de intervenir ante el mismo, considerándolo muchas veces un tema tabú. Pero no podemos apoyar las políticas reactivas, que son frecuentemente más cosméticas que efectivas. Ante el acoso escolar más vale hablar claro y acometer el problema con valentía y firmeza. Debemos entender que previniendo el maltrato escolar y la normalización de la violencia, estamos atajando otras conductas, como la violencia de género, el mobbing o la delincuencia juvenil. En definitiva, acometiendo el problema del acoso escolar como es debido, construiremos una sociedad mejor para todos”, concluyen desde esta asociación.