Raquel ha llegado a ‘First Dates’ empujado por sus hijas y en busca de un hombre con el que fusionarse y llegar a ser uno solo. Asegura que su estado natural es estar en pareja. Por su parte, Miguel Ángel se ha presentado como un hombre “graciosillo”, que no listillo al que le gustar que la gente se lo pase bien.
Al verse, no se han desagradado y tras unos minutos en la barra parecía que su cita podía funcionar. Entre canciones y risas, Carlos Sobera les ha llevado a la mesa y han comenzado a charlar muy animadamente. Se han contado quién les había empujado a venir a ‘First Dates’, que estaban divorciados y que estaban buscando a alguien especial.
Sin embargo, la conversación entre Raquel y Miguel Ángel ha durado muy poquito. Ella se ha visto presa de su timidez y comprobar que Miguel Ángel no era lo que estaba buscando, tampoco ha ayudado mucho.
El soltero ha querido romper el hielo que comenzaba a separarles con algunos piropos e interesándose por su profesión, pero no ha conseguido que Nuria le dijera más de tres o cuatro palabras seguidas. Ella ha justificados sus silencios con un “soy muy vergonzosa” y él le ha soltado un “De sexo no hablamos entonces”. Miguel Ángel ha entendido que Raquel fuera una persona tímida, pero no que no quisiera hablar de ciertos temas ni que intentara mantener la conversación que él no paraba de iniciar una y otra vez.
El silencio le ha ganado por completo la batalla a las palabras y se ha convertido en el auténtico protagonista del final de la cita de Raquel y Miguel Ángel. El soltero lo ha intentado hasta el último segundo, pero sus últimos minutos juntos han sido una repetición de “¿Qué tal?” “Bien, y ¿tú?”.
Los dos tenían claro que el feeling no había surgido entre ellos y no sabían cómo decírselo. Eso sí, no podían negar que juntos se habían sentido cómodos y que su cena había sido agradable, silenciosa, pero agradable.