Toñi ha venido al restaurante del amor a buscar a un hombre que la robe el corazón y del que enamorarse porque aunque se ha casado dos veces no ha estado enamorada de ninguno de sus dos maridos. Sin embargo, nada más ver a Enrique ha tenido clarísimo que no iba a ser su príncipe azul. Por no hablar de todo lo que ha tenido que escuchar en la cita.
Aunque le ha gustado que Enrique la regalara una flor y le lanzara un montón de piropos al verla, Toñi ha tenido claro que no le gustaba nada. No solo era mayor que ella sino que “está gordo y es calvo, no me gusta”. Pero más allá del físico, la cita entre ambos no ha terminado de fluir en ningún momento.
Enrique estaba encantado con Toñi y no se ha dado cuenta de que la cita no iba para delante ni para detrás, y no ha parado de contarle cosas a la mujer que intentaba conquistar. De hecho, le ha contado demasiadas cosas porque han empezado a hablar de las labores domésticas y la cosa se ha torcido aún más. Enrique asegura que no hace nada en casa porque ya se ha matado a trabajar toda la vida y que tiene la sensación de que igual que él puede arreglar un grifo, las mujeres hacen otras cosas como lavar o planchar.
De hecho, ha llegado a decirle a Toñi que las mujeres que conoce siente que “tienen complejo de servir a los hombres”, una frase que ella no ha compartido, pero que entiende que es de otra generación. Hasta aquí, Toñi podría haber albergado alguna duda respecto a Enrique, pero en el momento que ha sonado la música y ambos se ha puesto a bailar un pasodoble, lo ha tenido más que claro. A ella le gusta bailar bien “Un pasodoble es bonito, pero si no sabes bailar”, y se ha puesto muy nerviosa porque Enrique no lo hacía tan bien como ella esperaba y la ha pisado dos veces.