Ernesto es malagueño, pero no tiene ninguna gracia “tengo muy mala follá”. Al entrar en ‘First Dates’ se ha ganado un vacile de Carlos Sobera por su mono vaquero “solo te falta la caja de herramientas”. Se ha presentado como un tipo complejo porque tiene la sensación de que hace demasiado de papi “soy mejor ex que novio”. Le gustaría encontrar en su cita a una persona con la que conectar, que tenga cierto nivel cultural “que le guste ir a un museo y que no me ponga cara rara si le pongo una película en versión original”.
Salva, su cita, tiene cierta tendencia al ‘sincericidio’, pero está intentado controlarse. Al verle, Ernesto ha alucinado “me ha encantado, se le ve un chico con mucha personalidad, tiene un rollito muy chulo”. El soltero es de Cartagena y también ha visto en Ernesto a “un tipo interesante, sexy”.
Los solteros han comenzado la cena hablando de Cartagena y Salva le ha dicho que había avanzado mucho en el tema cultural, pero que tampoco le iba a ser fácil encontrar un cine en versión original. El soltero es de un pueblecito de 600 habitantes y muy cerquita de la playa. Una playa que Ernesto conocía como una buena playa nudista y que a Salva le ha gustado mucho porque ha llegado a ser rechazado por practicar nudismo “me pareció de la España de los 70”.
Salva le ha contado que había tenido varias parejas muy seguidas, pero que llevaba mucho tiempo solo porque no le convencía lo que encontraba y quería algo que le aportara de verdad. Le ha confesado que buscaba a un tipo inteligente con quién poder hablar de todo y está cansado de aplicaciones de ligoteo, lo que no quita que no es de piedra y a veces cotillea.
Busca a alguien que llene todas sus facetas y asegura que haber adoptado a un perro, le está ayudando mucho. Ernesto le ha confesado que él tenía sentimientos encontrados con los animales, y le hablado de Trompetín. Un perro con el que vivió 8 años y que le hizo el vacío cuando regreso de Ibiza. A Salva le ha hecho muchísima gracia el nombre de Trompetín.
En el momento de la decisión final, los dos han dicho que se había reído mucho, pero cuando Salva ha dicho que le dolía la mandíbula de las risas, Ernesto le ha frenado en seco “no ha sido para tanto”. Él se lo ha tomado con humor y le ha soltado un “¡Qué cabrón!”. Los dos han estado muy cómodos y se han dicho que sí a una segunda cita.