A Isabel le gustan los chicos calvos y cuando se cruza con uno por la calle se le va la mirada. Se considera una persona vitamina “desprendo alegría” y muy empática con sus amigos. Según le ha contado a Carlos Sobera al llegar a ‘First Dates’ le gusta mucho el humor y hacer rimas “no tengo vergüenza para hacer nada”. Le gustaría que su cita fuera una persona divertida y vitamina como ella “que me haga reír”. Eso sí, si puede ser calvo y de uniforme “mejor todavía”.
Raúl, su cita, no es calvo, pero Carlos Sobera ha dudado de que se hubiera hecho un injerto en Turquía. Al ver a Isabel, le ha gustado su pelo y sus labios, y han coincidido en que los dos eran de la zona de Alicante. Isabel ha sentido que no estaba mal, tenía unos ojos bonitos, pero era bajito y a ella le gustan los chicos más altos.
Ya sentados en la mesa, Isabel ha querido saber a qué se dedicaba su cita y él le ha contado que no estaba trabajando porque hasta el mes de marzo no empezaba la vendimia. Es un hombre de campo y asegura que, aunque es un trabajo duro a él le gusta mirar a su alrededor y ver un atardecer o un amanecer, y “la gente del campo tiene otro humor”. Le confesado que para venir a Madrid había cogido el segundo tren de su vida y ella ha bromeado con la anécdota “eres de pueblo”.
Las gemelas han venido a retirarles el primer plato y Raúl ha aprovechado que les han dicho que pasaban al segundo para bromear con su cita “No te he gustado, ya pasas al segundo”. Isabel ha tenido la sensación de que habían congeniado en el tema del humor porque los dos eran mucho de rimas y de contar chistes malos. De hecho, se han pasado un buen rato buscándole una rima al cuatro y contando chistes.
Raúl no ha parado de hacer reír a Isabel y eso a ella le ha gustado a pesar de que eran chistes “muy malos”. El soltero le ha contado que tenía un hijo de 18 años y ella le ha dicho que también era madre. Sin embargo, en lugar de profundizar en sus historias de vida, el soltero le ha contado un montón de chistes de peces.
Durante el postre, Isabel ha chupado la cuchara de forma muy sensual y además, de reírse, Raúl ha sentido unas ganas incontroladas de “comerle los morros” y quitarle el pintalabios rojo que no se le movía. Los solteros se han ido animando poco a poco y él, le ha confesado que tenía ocho talentos sexuales, que no ha dudado en enumerarle.
Isabel y Raúl han ido intercambiado las bromas con las indirectas y han tenido la sensación de que sexualmente también podían llegar a entenderse. En el momento de la decisión final, ambos han tenido claro que querían tener una segunda cita y que él tenía pendiente invitarle a un gazpacho y una paella en el campo.