A Silvia le gusta decir las cosas por su nombre y ella más que un pronto fuerte, tiene mala leche. No es peligrosa, pero si le pillas muy enfadada es capaz de ignorarte y todo. Ha tenido tres relaciones serias, la primera se terminó porque él era muy mayor que ella, el segundo más joven y el tercero no era la persona adecuada para llevarla bien. Busca a un chico agradable y si es guapo, mejor.
Carlos, su cita, se ha definido como “un calzonazos”. Siente que se deja llevar y que siempre le toca pagar en todos los lados. Le gustan las mujeres guapas, con pecho y “que tengan un buen culito”. Al verle, Silvia se ha fijado solo en su barriga y no le ha gustado “eso es que no se cuida”. Siente que “la panza en un hombre es el culo en las mujeres, la gordura y no, no…”.
Los solteros parecían tener caracteres diferentes, pero que podrían resultar complementarios. Silvia ha querido saber a qué se dedicaba su cita y Carlos le ha contado que había tenido un bar y un bar-restaurante, pero que los últimos meses se había dedicado al control de plagas con un amigo, pero que le dejó de pagar y decidió darse la baja. Ella le ha contado que es enfermera y que tiene miedo a jubilarse porque tiene una enfermedad que le hace pasar mucho frío y tiene miedo de quedarse en casa encerrada.
Carlos tiene solo 64 años, pero siente que su próximo destino es el cielo, algo que ella no ha entendido porque se siente muy joven y cree que pueden hacer todavía muchas cosas. El soltero le ha contado que iba al gimnasio para controlar la barriga y ella le ha dicho que no le gustaba nada el deporte. Físicamente, ni a ella le gustaba su barriga ni a él su delgadez.
Al saber que Silvia era soltera y sin hijos, Carlos le ha contado que él había estado con varias mujeres latinas tras separarse de su mujer. El soltero le ha contado que sentía que todas se habían acercado a él pensando que tenía dinero y que su hija tenía razón cuando le advertía que solo le querían por interés. Silvia ha flipado con sus historias y no ha dudado en soltarle un “¿Dónde vas? ¿Dónde vas?”. Carlos tiene claro que se ha equivocado y que ha sido un total calzonazos.
Al saber que Carlos buscaba a una mujer sincera, Silvia ha sentido que estaba desesperado por encontrar una novia y que no le habían tratado nada bien. Él ha insistido en pagar la cena y la soltera ha aceptado la invitación.
Los dos han estado de acuerdo en que habían pasado un ratito muy agradable, pero que no estaban hechos el uno para el otro. A ella no le ha gustado que hubiera estado con chicas latinas y más jóvenes, y él le ha dicho que le gustaban las chicas más rellenitas.