Ana y Vicente han tenido una cita llena de complicidad, en la que no hay ni un minuto de silencio, las sonrisas son las protagonistas y todo el mundo espera un “sí” ante la pregunta final. Pero en esta ocasión, a Ana se le ha borrado la sonrisa de golpe al saber que Vicente no quería nada más con ella.
Ana lleva más de cinco años sin pareja y tiene claro que el mercado no está muy bien porque se prioriza más el físico que el interior y los valores. Siente que le da miedo a los hombres porque soy una mujer “valiente y luchadora. Los valores hoy en día no gustan”. Se fija mucho en la boca de los hombres y puestos a pedir prefiere que no sean ni bajitos ni delgados.
Vicente asegura que en el amor “pongo los cinco sentidos en la otra persona” y al ver a Ana se ha llevado una buenísima impresión. Algo que creemos que ha sido mutuo porque rápidamente se han puesto a hablar y ella estaba tan nerviosa que casi hace una entrada triunfal… ¡Menudo susto!
Durante la cena, los comensales se han ido conociendo poquito a poquito. Han hablado de sus respectivos hijos y sobrinos, de su carácter familiar, de sus gustos y aficiones… En este último punto no han coincidido demasiado. A Ana le gusta el fútbol y no le ha sentado muy bien que a Vicente no le gustara “yo soy muy futbolera”, pero no le ha dado mayor importancia porque a los dos les gustaba la playa y no parar de hablar.
A él tampoco le gusta el flamenco, pero Ana se ha mostrado decidido a acompañarle en sus rutas de senderismo por el campo. Entre ellos parecía estar surgiendo algo especial. No compartían muchas cosas, pero estaban teniendo una cita muy agradable que parecía iba a tener un final feliz.
Ana ha sido muy clara y ha dicho que le gustaría tener una segunda cita con Vicente para conocerle mejor y saber si la cosa podía ir a más, pero él le ha soltado un no rotundo “No me ha impactado, no he sentido es flash de golpe”. Una vez más, Ana se ha encontrado con un hombre que priorizaba el exterior al interior.