Cuando se han visto, Esther ha sentido que David podría ser el hombre que llevaba seis años esperando, pero no ha sido hasta que los flashes han iluminado sus miradas cuando han sentido que lo suyo podía funcionar. Eso sí, a ella le gusta ir poquito a poquito y han cambiado la pasión nocturna por un desayuno con cierto romanticismo casposo.
Se han gustado, se han vacilado y David y Esther han salido de la cena ilusionados. Sin embargo, no ha sido hasta que se han visto forzados por un fotógrafo a pararse y mirarse fijamente a los ojos, cuando han comenzado a sentir las mariposas. Una sesión de fotos al más puro estilo boda en mitad del barco, les ha servido para descubrirse y pasar un rato divertidísimo.
David ya estaba dispuesto a pasar la noche junto a Esther, pero ella ha preferido que le acompañara a su camarote cual caballero y le despertara con un zumo de naranja. David se ha quitado la coraza de chulo que le caracteriza y le ha sorprendido con un desayuno con rosas. Eso sí, rosas de plástico que a ella no le han terminado de convencer. Menos mal que él ya llevaba muchos puntos sumados.