El Banco Central Europeo (BCE) ha cumplido con el guion más duro que se esperaba de él y ha anunciado una subida de tipos del 0,75%, la mayor de su historia, tras la reunión del Consejo de Gobierno este jueves en Fráncfort. La entidad deja claro así que su prioridad absoluta es la inflación y la estabilidad de los precios, aunque eso suponga poner en riesgo el crecimiento de la Eurozona o, incluso, acelerar la temida recesión.
Con estos cambios, el tipo de refinanciación se sitúa en el 1,25% y el de depósito, en el 0,75%. La entidad responde así al complejo cuadro macroeconómico que tiene ante sí, marcado por una inflación que en agosto se sitúo en el 9,1%, unos costes energéticos que siguen presionando al alza y un euro que lleva varias semanas profundizando en su debilidad frente al dólar. De hecho, el Eurobanco advierte de que la inflación irá a más en el corto plazo. "Las presiones sobre los precios han seguido fortaleciéndose y ampliándose en toda la economía y la inflación puede aumentar aún más en el corto plazo. A medida que los impulsores actuales de la inflación se desvanezcan con el tiempo y la normalización de la política monetaria llegue a la economía y la fijación de precios, la inflación disminuirá", apunta.
La gran duda que plantean los analistas es si las subidas de este jueves y las que estén por venir servirán para contener efectivamente los precios, habida cuenta de que los factores que están incidiendo en ella van más por el lado de la oferta que por el de la demanda.
Y más allá, la incógnita es hasta qué punto esa lucha contra la inflación acabará dañando a la economía europea. Por lo pronto, el BCE ya pronostica que los datos más recientes "apuntan a una desaceleración sustancial en el crecimiento económico de la zona del euro, y se espera que la economía se estanque a finales de 2022 y en el primer trimestre de 2023".