Zinedine Zidane es un icono del deporte. Una persona tocada con una varita mágica; con flor, como dicen algunos. No solo ha sido uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, sino que también ha conseguido éxitos como entrenador inalcanzables para casi cualquiera de los mortales.
Nacido en Marsella y con ascendencia argelina, Zidane desde pequeño sintió devoción por el deporte. De niño practicaba bádminton o judo. Pero pronto se enamoró del fútbol; gran parte de culpa la tenía Enzo Francescoli, a quien veía jugar en el Stade Vèlodrome del Olympique de Marsella. Su ídolo.
Con tan solo 14 años dejó atrás su casa familiar para formar parte del Association Sportive de Cannes Football. Allí se formó como futbolista y pronto demostró su inconmensurable talento. Gracias a ello debutó en la Ligue 1 francesa con tan solo 17 años, perteneciendo al Cannes, donde estuvo cuatro temporadas.
En el año 1992 firmó por el Girondins de Burdeos, donde jugó otros cuatro años y le sirvió como escaparate para los equipos punteros del mundo. Fue el líder de un equipo que partió de la extinta Intertoto en 1996 hasta llegar a ser finalistas de la Copa de la UEFA.
Ante tal despliegue, la Juventus de Turín lo firmó esa misma temporada. Allí estaba rodeado de estrellas como Del Piero, Vieri o Deschamps. Junto a ellos desplegó un enorme talento, mostrando sobre el césped una clase que pocas veces se había visto dentro de un terreno de juego. Ganó varios títulos con el cuadro italiano: dos Scudettos, una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental. También disputó la final de la Champions el 20 de mayo de 1998, la que venció el Real Madrid con un tanto de Pedja Mijatovic.
El destino le unía con el Real Madrid; era el antojo de Florentino Pérez, presidente del equipo blanco, quien por aquel entonces, tenía la filosofía de fichar galácticos. Y Zidane había ganado el Balón de Oro en 1998.
Allí recaló en la temporada 2001/2002, uno de los mejores jugadores del mundo estaba en el que, para muchos, es el mejor equipo del planeta. El presidente madridista fue fichando progresivamente, cada temporada, a estrellas como Figo, Beckham o Ronaldo. Zizou fue una de ellas en un fichaje que se gestó en una reunión con una servilleta rota: "Me pasó una servilleta en la que ponía en francés: '¿Quieres venir a jugar al Madrid? Yo le contesté: Yes!".
Zidane daba clases magistrales de técnica con sus icónicas ruletas o lecciones increíbles con controles imposibles.
Era el dominador del fútbol blanco y, gracias a eso, ayudó a que el Real Madrid ganara seis títulos. Entre ellos, la inolvidable novena Copa de Europa, en la que anotó el tanto decisivo; una volea inolvidable. El Real Madrid venció aquella final por 2-1 al Bayern Leverkusen en la final de la Champions League 2002 en Glasgow; antes había marcado Raúl un tempranero gol y el equipo alemán igualó con un tanto del brasileño Lucio.
Era la primera Champions, un título que se le resistía como jugador. Prácticamente lo había ganado todo. Incluso con su selección, con la que se llevó una Eurocopa y el Mundial Francia 98. Un Campeonato del Mundo en el que fue la auténtica estrella y profeta en su tierra; marcó dos goles en la final para tumbar a Brasil por un contundente 3-0.
Otro Mundial, esta vez el de Alemania 2006, pudo haber sido su broche de oro. Ya había anunciado su retirada a pesar de que le restaba un año más de contrato con el Real Madrid; salario que se negó a cobrar.
Zizou quería retirarse en un marco histórico como un Mundial, y con la selección francesa llegó a disputar el partido definitivo ante Italia. Anotó un gol de penalti, lanzado magistralmente ‘a lo panenka’. Pero, en el tiempo extra, asestó un cabezazo a Materazzi con el que fue expulsado. Italia se llevó el título en la tanda de penaltis.
Tras dejar el fútbol con un regusto amargo, Zidane no quería desprenderse tan pronto del deporte que tanto amaba. Quería seguir vinculado a él; y lo hizo desde el banquillo.
El Real Madrid, club al que le había entregado su corazón, le ofreció una oportunidad de oro. Allí actuó como segundo entrenador de Carlo Ancelotti en 2013; un dueto que fue clave para que el cuadro merengue ganara la décima Copa de Europa.
Zidane, como siempre en su carrera, quería más. Así le llegó la oportunidad de entrenar al Real Madrid Castilla. Después de temporada y media, tras la destitución de Rafa Benítez, le ofrecen llevar las riendas del primer equipo, que estaba en una situación bastante complicada ante los malos resultados. Zidane tenía media temporada para arreglarlo.
Y lo hizo. Mejoró el nivel del Real Madrid hasta el punto de que disputó la liga al Barça hasta la última jornada. El francés aprovechó su experiencia como futbolista para saber lo que tenía que transmitir a un vestuario lleno de estrellas, en el que la psicología se convertía en algo más imperante que la táctica. Así, y con medio de numerosas rotaciones, tuvo a todo el vestuario partícipe y sintiéndose importantes, ayudando al rendimiento de toda la plantilla.
Tenía el respeto de todos los jugadores. Con diálogo se ganó el cariño de todos; incluso el de Cristiano Ronaldo, quien hasta entonces no entraba en las rotaciones y, al tener delante a Zidane, uno de los mejores futbolistas de la historia, las aceptaba en beneficio del equipo.
Con esa premisa, el broche de Zidane en sus primeros meses como entrenador profesional llegaría en la Champions, donde el club blanco se impuso en la final de Milán al Atlético de Madrid, consiguiendo la ansiada undécima.
La cosa no quedaría ahí. En los dos años siguientes, con Zidane al frente, el Real Madrid venció dos nuevas Champions, volviendo a vencer al Atlético de Madrid en la tanda de penaltis, y a la Juventus de Turin por un contundente 4-1. Tras ganar su tercera Champions consecutiva, en la temporada 2017/18, el técnico galo decidió que necesitaba tomarse un descanso, dejándolo por todo lo alto.
Era la primera vez que un equipo gana tres Champions de forma consecutiva. Zidane hizo historia en los banquillos. Y así sumaba su quinta Champions particular: una como jugador, otra como segundo entrenador y tres como entrenador principal.
Tras su última Champions, el francés quiso dejar el banquillo por un tiempo, dejándolo en lo más alto. Pero, tras su marcha, el Real Madrid cosechó malos resultados y Florentino Pérez volvió a recurrir a su talento. 284 días de su marcha del club, el 11 de marzo de 2019 se oficializa su vuelta al Real Madrid, en una segunda etapa todavía en proceso. Zidane es seña de identidad del madridismo, y lo seguirá siendo hasta que él quiera.