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Partidos a puerta cerrada: cuándo se activa el protocolo

  • Los partidos a puerta cerrada suelen darse por comportamientos violentos

  • Ni jugadores ni afición son partidarios de esta solución

Por desgracia, en las últimas semanas hemos visto numerosos partidos a puerta cerrada debido al coronavirus. Todo el mundo se ve perjudicado. Tanto el público que no puede disfrutar de cerca y animar a su equipo favorito, como a los jugadores, que pierden ese aliento, dando como resultado un espectáculo desalentador.

Ahora, muchos clubes se han visto forzados a disputar sus partidos a puerta cerrada a causa de la pandemia que está sumiendo en un caos al planeta. Eso, antes de que se suspendieran todas las competiciones deportivas. Aunque los responsables están seguros de que se finalizarán los campeonatos.

La aglomeración de público es la principal causa de que se hayan cerrado estadios debido al coronavirus, con el fin de evitar su propagación entre los asistentes. Pero hay un protocolo con el que, debido a diversas situaciones, puede derivar en la celebración, sin público, de encuentros deportivos. Detalles que nos hacen preguntarnos por qué se disputan partidos a puerta cerrada.

Sin público, sin alma

Uno de los casos más habituales, desgraciadamente, es debido a la actitud de las aficiones de algunos clubes o situaciones previas relacionadas con algún partido. Eso lo hemos visto en muchas ocasiones en el mundo del fútbol.

Desencadenantes violentos provocados por aficiones han acarreado que el club en cuestión tenga o pueda pagar las consecuencias y disputar, en función del castigo, uno o varios encuentros sin público, lo que repercute económicamente en la entidad.

Ya sea por reyertas en la calles o por hechos que han acontecido dentro del estadio, los estamentos encargados pueden dictaminar el cierre del estadio, amén de una multa económica.

Equipos como el Atlético de Madrid vivieron en sus carnes estos hechos, tras los altercados sucedidos con la afición del Olympique de Marsella, lo que llevó al cuadro rojiblanco a disputar partidos de la Champions sin el fervor de su afición en la grada. O que un Betis – Sevilla tuviera que concluirse en Getafe debido a un botellazo impactando en la cabeza de Juande Ramos.

Esto es más habitual en clubes futbolísticos de otros países, como el Velez Sarsfield, el Legia de Varsovia o el Saint Ettiene. Estos clubes tienen reductos violentos en sus aficiones, pero como obvian resolver la situación como entidades, sufren las consecuencias, que suelen ser las de tener que disputar algunos partidos sin un alma en los asientos.

El protocolo para disputar un partido a puerta cerrada, además de poder realizarse como cumplimiento de sanciones impuestas, también se lleva a cabo cuando puede haber un riesgo externo. Ya sea debido a las aficiones, a situaciones políticas entre clubes o, sobre todo países o a situaciones extraordinarias.

Ahora es menos habitual, pero hace algunos años, los estamentos oficiales podían cerrar las puertas del estadio por acciones violentas ocurridas en el terreno de juego. En el recuerdo está el pisotón de Juanito a Matthaus, que clausuró el estadio de Chamartin durante dos encuentros. Con esa clausura se produjo el famoso marcaje de Chendo a Maradona en un Bernabéu vacío.

En ocasiones, este tipo de peleas entre jugadores no tienen consecuencias dependiendo del país o el torneo. En 2004, en la NBA, hubo una pelea multitudinaria entre jugadores de Detroit Pistons e Indiana Pacers en la que también se involucraron cinco aficionados.

Hubo multas elevadas para jugadores, Ron Artest recibió una sancion de 86 partidos, e incluso para los aficionados, pero no se cerró el pabellón; aunque sirvió para que se incrementaran las medidas de seguridad en todas las canchas de la liga.

A puerta cerrada, la última opción

Normalmente, esta decisión extrema puede llevarse a cabo cuando hay mucho riesgo entre las aficiones enfrentadas. Aunque ahora todo esto se mide con más precaución que hace algunos años, y las autoridades están pendientes de custodiar a la afición visitante a la llegada al estadio, en los denominados ‘partidos de alto riesgo’ para evitar que, tampoco en la calle, se dé pie a la violencia.

Una medida extraordinaria cercana en el tiempo fue la del Barcelona – Las Palmas, que el club culé optó por disputar sin público debido a lo acontecido con la votación y el referéndum por la independencia de Catalunya. El club blaugrana usó la seguridad como escudo, aunque también lo catalogaron como una forma de transmitir un mensaje de sufrimiento de su pueblo.

Los partidos a puerta cerrada carecen de la salsa y el sentimiento que rodea al deporte, por lo que deben ser siempre una última opción en el mundo competitivo.