El delantero del Wigan, Charlie Wyke, ha vuelto a pisar un terreno de juego después de sufrir una parada cardíaca que le dejó sin vida durante 4 minutos. El corazón dejó de latir en un entrenamiento con su equipo el pasado mes de noviembre y fue el entrenador del equipo, Leam Richardson, quien le salvó la vida gracias a que solo dos semanas antes había recibido un curso de primeros auxilios. "Lo último que recuerdo fue acercarme al entrenador para decirle que me iba a desmayar, pero no podía hablar", desvela el jugador inglés que recuerda el posterior viaje al hospital como "aterrador".
Cuando nadie pensaba que Wyke volvería a ponerse la camiseta del Wigan y daba por hecha su retirada del fútbol, Wyke sorprendió a todos saliendo al campo en el partido ante el Birmingham City de la Championship. Y no solo, el ex delantero del Sunderland fue el autor de la asistencia del gol de la victoria. Lo hizo con un aparatoso y llamativo desfibrilador en la parte derecha de su cuerpo, muy cerca de una gran cicatriz en el pecho tras la operación. Un aparato similar al que ha permitido volver a jugar a Christian Eriksen después de su paro cardíaco en la pasada Eurocopa y que le ha llevado al máximo nivel internacional fichando este verano por el Manchester United: "Recuerdo estar de vacaciones y ver cómo lo que pasó con Eriksen en la Euro y pensar 'tienes que tener tanta mala suerte para que eso te suceda como jugador'... a los cuatro meses, después fui yo". El propio Charlie Wyke reconoce que el ejemplo del jugador danés le ha dado las fuerzas para intentar volver a jugar: "Si él no hubiera regresado como lo hizo, no creo que yo tampoco lo hubiera hecho. Tuve que ver a alguien más hacerlo por mí para poder empujarme a mí mismo".
Aunque la vuelta a los terrenos de juego solo un año después ya es heroica, el trasfondo de su retorno ha sido muy duro. Estaba previsto que Charlie pudiera jugar el pasado mes de marzo, pero solo unos días antes del debut sucedió algo que trastocó los planes: volvió a marearse en un entrenamiento por culpa de la medicación. "Empecé a sentirme mareado y mi desfibrilador se disparó. Pasé de estar de pie a estar en el suelo en cinco segundos, el dolor era insoportable", destaca el delantero que cambió su medicación poco después y ha podido volver a sentirse jugador: "Lo único positivo que puedo sacar de ese momento es saber que el desfibrilador funciona".
El apoyo de los compañeros ha sido fundamental en la recuperación. "Vi lágrimas en los chicos, lo que significa mucho y demostraron cuánto les importa", confiesa Wyke que ya es uno más de la plantilla en el sueño del Wigan de volver a la Premier League al final de temporada.