Nick Kyrgios se hace notar, más fuera que dentro de la pista de tenis. “Roland Garros debe ser suprimido del calendario. Es la mayor jodida basura que he visto”, declaró en 2021 el australiano. Sin embargo, ha confirmado al reportero Blair Henley que en 2023 irá a París y jugará el Roland Garros porque su novia quiere conocer la ciudad del amor.
La pareja de Kyrgios por la que volvería a disputar el Roland Garros se trata de Costeen Hatzi, una modelo y empresaria de 21 años. Con casi 62.000 seguidores, posee una tienda de decoración minimalista. Ahora compagina sus negocios con acompañar a su novio a sus compromisos deportivos.
El tenista hizo pública su relación con ella el pasado enero, con un beso en el Open de Australia. La presentación al mundo de su novia se hizo en su propia casa, pero también en redes sociales, con una foto de ambos besándose en sobre la pista con un comentario: “Todo se trata de energía”.
Costeen aseguró en su Instagram que tener una relación pública era complicado. "Definitivamente me estoy acostumbrando" "El equipo de Nick es muy amigable y todos nos apoyamos, así que funciona bien cuando viajamos". "Mientras los dos seamos fuertes y felices, eso es lo único que importa. Todo el ruido externo es irrelevante", añadió.
También aclaró cómo se conocieron: "Al parecer, él estaba desplazándose por Instagram y vio el post de mi cuenta de negocios (un selfie mío en el espejo). Envió un mensaje a mi cuenta de negocios preguntando si el espejo estaba disponible para ser recogido y luego envió un mensaje a mi cuenta personal preguntando lo mismo. Fue una conversación profesional/amistosa y luego vino a recoger el espejo a Sydney. No tenía ni idea de que todo era un plan, literalmente pensé que iba a comprar un espejo. Recogió el espejo y, como diría él, 'fue amor a primera vista'".
Es habitual que Kyrgios sea noticia por sus polémicas actuaciones y declaraciones. El tenista, que sale del prototipo de deportista noble y recatado, es una bomba de relojería.
Desde sus reacciones desmedidas sobre la pista, como en el Masters 1000 de Roma, donde fue amonestado por dirigirse de malas maneras a la grada y después lanzó su raqueta, pegó una patada a una botella y lanzó una silla. Fue descalificado, aunque previamente abandonó él mismo; hasta multas de miles de euros por no querer jugar, como ocurrió en 2016 en el Masters 1000 de Shanghai o en Wimbledon .
Acostumbra a sacar de quicio a sus rivales, con saques de cuchara, golpes entre las piernas y otras virguerías. El mismo Rafa Nadal se desesperó ante el comportamiento del australiano: “No tiene respeto al público, al rival y hacia sí mismo”. Pero va más allá. En el Masters 1000 de Montreal, dijo a su rival Stan Wawrinka que su novia se había acostado con otro compañero de profesión en mitad del partido: “Tu novia se ha acostado con Kokkinakis, lo siento colega”.
En rueda de prensa también acostumbra a dar espectáculo. No sólo por sus declaraciones hacia Roland Garrós, uno de los torneos más míticos de la historia de su deporte, sino también por compadecencias como la de Masters 1000 de Toronto, en 2018. Se presentó para contestar monosílabos entre gestos de poca gana ante los periodistas que le esperaban.