José Antonio Reyes, junto a uno de sus primos, perdió la vida el pasado 1 junio tras un accidente mortal en el punto kilométrico 18,200 de la autovía A-376 Sevilla-Utrera. La investigación se centra en un problema en la rueda izquierda trasera de su Mercedes Brabus, un desperfecto que el futbolista –tras llevar el coche a un taller de Mérida- conocía y al que no dio importancia.
En este taller extremeño advirtieron al entorno de Reyes (no llevo él el vehículo a revisión) que la rueda trasera izquierda tenía “una llanta rajada”, lo que había causado la bajada de presión del neumático.
El coche de Reyes, con 550 caballos de potencia y doce años de antigüedad, no lleva unas llantas y neumáticos comunes. Según publicó el diario ‘El Español’, este modelo de Mercedes ‘calza’ “unas Monoblock E de aleación ligera, de 21 pulgadas de diámetro (53,3 centímetros), y una anchura de 9 pulgadas en el par del eje delantero y 10,5 en el del trasero”.
Fuentes mecánicas, consultadas por este medio, indican que “lo más probable es que el vehículo de Reyes sufriera, durante los días que usó el Brabus por Extremadura, un golpe contra un bordillo u otro objeto contundente, lo que conocemos por un ‘llantazo’, lo que produjo un desperfecto que a simple vista no se ve en este tipo de ruedas”.
“Es un golpe cotidiano, que le pasa a muchos conductores en el día a día y al que no se presta la importancia que tiene para el buen desarrollo y funcionamiento de las ruedas” puntualizan.
El taller de Mérida recalca que advirtieron al entorno de Reyes de ese pequeño desperfecto e insistieron en que no era recomendable hacer un viaje largo. El desperfecto fue localizado con una máquina especial.
El futbolista, como hacen muchos conductores, no le dio la importancia necesaria al tampoco notar excesivos problemas en la conducción. La investigación sobre el accidente de Reyes se encuentra abierta y “judicializada” para esclarecer todos los detalles que llevaron al fatal desenlace.