La Ryder cayó del lado americano. El equipo de Estados Unidos se proclamó campeón de la 43º edición de la Ryder Cup, de manera matemática con el empate de Collin Morikawa ante Viktor Hovland, en un repaso histórico a Europa ante el público americano en Whistling Straits que terminó 19-9.
Morikawa, uno de los seis debutantes en el equipo yanqui, rozó su cuarta victoria en cuatro partidos para poner el 14,5-6,5 que, a falta de que terminase la jornada de duelos individuales, devolvía la Copa Samuel Ryder a Estados Unidos. Con un 11-5 tras el viernes y el sábado, Europa necesitaba un milagro mayor que el de Medinah.
El equipo anfitrión, capitaneado por Steve Stricker, llegaba como favorito, con 9 jugadores en el 'Top 11' del mundo, y desde el primer día lo demostró también con esos debutantes engañosos, como un Morikawa campeón de dos 'majors' que cerró el título que no ganaba Estados Unidos desde 2016 en una década de azul europeo.
Los españoles Jon Rahm y Sergio García, motor europeo en el recorrido de Wisconsin, perdieron sus individuales ante Scottie Scheffler y Bryson Dechambeau, con lo que la reconquista estadounidense se confirmó tras solo cinco partidos de 12.
El honor de dar el triunfo matemático estuvo cerca de ser para un Dustin Johnson que fue el hombre de la Ryder. El número dos del mundo ganó los cinco partidos que jugó, este domingo ante Paul Casey por uno arriba. Europa solo sumó los de Rory McIlroy, Ian Poulter y Lee Westwood, además de los empates de Hovland y Fleetwood.
A Rahm se le puso cuesta arriba el encuentro ante Scheffler perdiendo los cuatro primeros hoyos, y aunque reaccionó en parte se despidió con una derrota por 4 y 3. Sergio tampoco pudo plantar excesiva batalla a Dechambeau (3 y 2), aunque el castellonense se marcha de su décima Ryder con el récord histórico de partidos ganados (25) y ampliando el que ya tenía de puntos (28,5).
Los triunfos de McIlroy, contra Xander Schauffele, y Poulter, ante Tony Finau, ambos por 3 y 2, llegaron un poco tarde. El norirlandés y el inglés fueron dos piezas importantes que fallaron en las cuentas de Padraig Harrington, capitán que sufrió la peor derrota europea en la era moderna, desde 1979.
A Stricker, que nació a pocos kilómetros de Whistling Straits, en el mismo Wisconsin, la apuesta por rejuvenecer el equipo sí le funcionó, y seis debutantes que ganaron 14 partidos, empataron tres y solo perdieron cuatro. Un potente equipo que terminó como "el mejor de la historia", como dijo en la entrega del trofeo. "Esta es una nueva era", destacó Stricker. "Estos chicos son jóvenes. Lo quieren. Están motivados. Vinieron aquí decididos a ganar. Podía verlo en sus ojos".