Logo de cuatro
Deportes Cuatro

cuatro

La resaca de los Juegos Olímpicos de Tokio: Sedes cerradas y una deuda económica histórica

  • La pandemia de la Covid multiplicó los gastos para albergar la cita

Un año después de los Juegos Olímpicos de Tokio, el evento sigue generando debate en Japón debido a su coste disparado por la pandemia y a las sedes construidas especialmente para la ocasión y que apenas se han utilizado desde entonces.

 La cita olímpica de Tokio se vio retrasada desde el verano de 2020 al de 2021 por la crisis sanitaria global, y se celebró finalmente pese a los constantes rumores sobre su cancelación y entre medidas anticontagios sin precedentes que incluían fuertes restricciones para los atletas y la ausencia de público en las gradas.

 En el aniversario del evento que comenzó el 23 de julio de 2021 todavía son muchos los nipones que se preguntan si mereció la pena sacar adelante unos Juegos que han dejado una factura multimillonaria para las arcas públicas e infraestructuras deportivas a las que por ahora se ha dado un uso escaso.

 PRESUPUESTO DISPARADO

Los Juegos de Tokio tuvieron un coste final de 1,42 billones de yenes (10.120 millones de euros), según la última versión del presupuesto presentada el pasado junio.

 Esto supone el doble del coste inicial estimado para el evento de unos 7.000 millones de dólares (6.872 millones de euros) en 2013. La cifra final incluye los cuantiosos gastos extra derivados del aplazamiento de los Juegos desde su fecha inicialmente prevista, así como de las medidas sanitarias anticontagios.

 Más de la mitad del presupuesto final de los Juegos lo han aportado el Gobierno regional de Tokio y el Estado central, o lo que es lo mismo, los contribuyentes, en un país que arrastra la mayor deuda pública de entre las economías desarrolladas.

 Además, el esperado efecto palanca de los Juegos en la tercera economía mundial se vio mermado por el veto a los visitantes extranjeros y la decisión de celebrar las competiciones a puerta cerrada, en sedes que se habían edificado especialmente para la ocasión.

 SEDES EN EL LIMBO

 De todas las nuevas sedes permanentes construidas para la cita olímpica, sólo el nuevo Estadio Olímpico de Tokio, que pasó a manos de un consorcio privado, ha sido empleado con asiduidad para acoger diversos eventos deportivos.

 El coliseo presentó unas tristes gradas vacías durante las ceremonias olímpicas de inauguración y cierre o las competiciones de atletismo, pero después de los Juegos ha podido llenarse al máximo aforo (65.000 espectadores) para otros eventos deportivos, entre ellos partidos de la selección nipona de fútbol.

 El también llamado Estadio Nacional acogerá los Mundiales de Atletismo de 2025, tras una reciente decisión del World Athletics que se interpreta como una forma de reconocer los esfuerzos y sacrificios de Tokio para salvar los Juegos de la pandemia.

 Pero la mayoría de las otras sedes principales no han corrido la misma suerte. Dos de las instalaciones más costosas, el Centro Acuático de Tokio y el pabellón Ariake Arena, permanecen cerradas un año después.

 En el caso del Centro Acuático, un colosal edificio con dos piscinas olímpicas y otra de saltos, se prevé su apertura pública en abril de 2023, una vez terminen las obras de renovación, según señaló el Gobierno Metropolitano de Tokio.

 Este centro será gestionado por un operador privado y se espera que acoja competiciones además de ser usado por nadadores aficionados locales, aunque a la hora de atraer a los ciudadanos competirá con otro complejo de natación de categoría mundial, el de Tatsumi, ubicado a sólo 300 metros.

 El Ariake Arena, por su parte, será también gestionado por una empresa privada y empleado como sala de conciertos y otros espectáculos desde finales del próximo agosto, mientras que los circuitos acuáticos de canoa y remo están siendo reabiertas de forma progresiva. Al igual que el Centro Acuático, cuentan con la desventaja de ubicarse en una zona remota de la bahía de Tokio.

PRECEDENTE INCÓMODO PARA SAPPORO 2030

 El rechazo popular que afrontó Tokio 2020 antes de celebrarse y el regusto amargo que ha dejado en términos económicos suponen un precedente incómodo para la candidatura que ha presentado Japón para acoger los Juegos de invierno en 2030, en la ciudad norteña de Sapporo.

 Una consulta popular celebrada entre unas 17.500 personas el pasado marzo por las autoridades locales mostró un apoyo mayoritario aunque no abrumador al proyecto. El ayuntamiento de la ciudad, temeroso de las críticas crecientes por el coste y las inconveniencias derivadas del evento, ha descartado someter a referéndum la candidatura.

 Sapporo sigue adelante así con su plan de convertirse en la segunda sede nipona de unos Juegos invernales tras Nagano 1998, y para lo que compite con otras dos candidatas, Salt Lake City (EE.UU.) y Vancouver (Canadá).