La Selección femenina de fútbol Sub-20 ha hecho historia al proclamarse campeona del mundo. Lo hizo ante Japón 3-1 con dos goles de Salma Paralluelo y otro de Inma Gabarro. España se lleva su primer grande tomándose la revancha de los sucedido hace cuatro años.
España concluye una campaña soñada al coronarse campeona de forma invicta, con solo dos goles en contra a lo largo del torneo, como el equipo más goleador (14) y con Inma Gabarro como la máxima anotadora del certamen con 8 dianas.
El equipo del seleccionador Pedro López tomó revancha de la anterior final sub'20 del Mundial de Francia 2018, en la que España cayó por 3-1 ante Japón.
En la final en el Estadio Nacional de San José, España obtuvo la victoria con anotaciones de Inma Gabarro al minuto 12, y dos de Salma Paralluelo al 22 y 27, mientras que Japón acortó distancias al 47 por medio de Suzu Amano.
En un primera media hora de ensueño, España impuso sus condiciones y a ganaba el partido por 3-0 frente a una escuadra asiática que lucía nerviosa y errática en la salida, que cometió muchos errores que pago muy caro.
Inma Gabarro, la goleadora del Mundial, abrió la cuenta al minuto 12 cuando eludió el fuera de juego, bajó de pecho un pase de Ane Elexpuru y definió con clase a un costado de la guardameta Shu Ohba.
La presión española seguía haciendo daño y al minuto 22 otro pase elevado encontró, de nuevo, muy adelantada a la zaga japonesa, lo que aprovechó Salma Paraluello para escaparse en solitario y aumentar la ventaja para España. El dominio español era asfixiante y al 27 Paralluelo anotó el 3-0 de penalti.
A partir del minuto 30 Japón reaccionó y obligó a la portera Txell Font a emplearse a fondo para evitar el gol del descuento a Hamano y Tabata.
Yusuki Yamamoto también estuvo cerca de acerca a Japón en el marcador con un remate cruzado que se escapó a un lado del vertical.
Apenas comenzando el segundo tiempo una jugada de pizarra en un tiro libre le deparó a Japón el gol del descuento, en el primer balón que tocaba Suzu Amano, quien ingresó de cambio.
En el segundo tiempo Japón le cambió por completo la cara al partido y dominó las acciones con un juego vertiginoso por las bandas, lleno de combinaciones, pero sin la pegada necesaria en el área para soñar con la remontada.
España se encomendó a la solidez que su defensa demostró a lo largo del Mundial con tan solo un gol encajado antes de la final, y en el ataque apostó por alguna jugada de contragolpe.
A pesar de su esfuerzo físico y de una mayor tenencia de la pelota en la segunda mitad, Japón se quedó corto y no pudo romper de nuevo el cerrojo defensivo de 'la roja'.