Había que ganar y se ganó. La selección española sumó los tres puntos, y aprovechó el pinchazo de Suecia ante Georgia, para seguir dependiendo de si misma en busca del billete directo para el próximo Mundial de Catar 2022. Un empate o una victoria el domingo en La Cartuja nos da la clasificación. Pablo Sarabia encarriló la victoria en Atenas con un gol en la primera parte. Raúl de Tomás debutó como internacional.
Grecia aún tenía opciones, remotas pero reales. Su ímpetu inicial había dejado un testarazo blando de Androutsos a manos de Unai Simón, pero su mensaje, lanzado al contragolpe, la única manera de la que podía dañar a España, llegó con el derechazo de Masouras a la red, anulado por fuera de juego a los 21 minutos. Por entonces España ya mascaba la posesión buscando espacios inexistentes, añorando un jugador que desborde en el uno contra uno y jugando con una marcha menos de la que demandaba el partido.
La movilidad del tridente, con intercambio continuo de posiciones entre Morata y De Tomás, no generó el desequilibrio esperado. Gavi, instalado en la titularidad en su tercer partido consecutivo con 17 años, era el único que rompía líneas, con Gayà decantando el juego hacia la izquierda con sus continuas subidas, mientras Carvajal en su regreso asomaba poco pero realizaba coberturas atrás para frenar cualquier intento del rival.
En ese escenario, sin disparos a puerta de España, se produjo la acción que rompió el partido. De un remate de De Tomás que desvió la defensa a córner, llegó un penalti a Íñigo Martínez cuando iba a rematar con el que saldaba facturas del pasado. En la ida, en Granada, en el empate que complicó el camino desde el primer partido de clasificación, una discutida acción suya costó la pena máxima en contra y el empate. La responsabilidad la asumió Pablo Sarabia que cerraba la racha de cinco penaltis consecutivos fallados en penas máximas que no llegasen en una tanda final.
Logrado lo más difícil, abrir el partido con un gol, España esperaba que las opciones de repesca de Grecia le impulsasen a cambiar su planteamiento. El partido duraría lo que tardase en marcar su segundo gol y Morata desperdició la mejor ocasión antes del descanso. Recortó de derecha con clase y chutó de zurda al hombro de Vlachodimos, que evitó la sentencia.
Esa tranquilidad no llegó, ni la mereció una selección que se olvidó de atacar en el segundo acto y se limitó a defender con intensidad para poner a salvo su botín. Jugó con fuego en la incertidumbre pero sin sentir nunca en peligro su victoria. Unai Simón fue un mero espectador y apenas a balón parado, en una falta lateral peinada por Tzavellas llegó el único susto.
Los cambios de Luis Enrique tampoco funcionaron y se desaprovecharon los espacios para correr cuando Grecia dio el esperado paso al frente. La velocidad de Dani Olmo y el regreso de Rodrigo no mejoraron el balance ofensivo. España no volvió a chutar a puerta, aburrió pero logró lo que necesitaba. El pase a Catar está a un paso, evitar el descrédito y el peligro de una repesca que estrena formato pasa por puntuar ante Suecia con el calor de la afición de Sevilla.