El Real Madrid se enfrenta a una nueva temporada con la oportunidad de ganar seis títulos. Con solo dos refuerzos, muchos menos que los otros aspirantes al trono europeo, Ancelotti y Florentino Pérez tienen la tarea de volver a ilusionar al madridismo, que anda de capa caída tras haberse quedado sin Haaland y Mbappé.
La trigésimo quinta Liga del Real Madrid llevó impreso el sello de Ancelotti. Era el gran reto de 'Carletto'. La conquista de la única de las cinco grandes ligas que se le había resistido. En sus dos intentos de la primera etapa, su equipo se desplomó desde el físico. A la tercera, apostó por Antonio Pintus, y a la fortaleza mostrada en todo el torneo, le sumó un final pletórico. Fue una de las claves del éxito.
Como la seguridad de Thibaut Courtois en la portería en el mejor momento de su carrera; el dominio goleador incontestable de Karim Benzema, primera vez máximo artillero en LaLiga (27 tantos) y también en 'Champions' (15); el paso al frente en la definición de Vinícius Junior (17 goles ligueros); la eterna juventud de Luka Modric, referente eterno del juego con 36 años.
Pero por encima de todo, un bloque. Unido y con hambre de éxito. La mezcla perfecta de un grupo de jugadores que ya son leyenda tras la conquista de un puñado de 'Champions', que mantienen la humildad y equiparan su hambre de más gloria al de los más jóvenes. Los Fede Valverde, Eduardo Camavinga, Rodrygo, que auguran un buen futuro a un proyecto reforzado desde una perspectiva defensiva.
La alta esfera madridista entiende que para poder competir con los grandes proyectos de clubes con mayores presupuestos, se debía fortalecer el grupo, aumentar el músculo. Le añade la experiencia del contundente Antonio Rudiger, que llega libre del Chelsea, con la posibilidad de jugar de central o lateral zurdo, y encuentra al fin un sustituto para una demarcación donde Casemiro no tenía recambio.
Los 80 millones de euros al Mónaco para arrebatar al PSG a una de las perlas francesas, el mediocentro Aurélien Tchouaméni, marcan las intenciones de un Real Madrid que había elegido a Kylian Mbappé como la gran perla de su proyecto pero los largos meses de negociaciones tuvieron el final más inesperado. Cuando tras innumerables presiones se acercaba el momento de libertad, el astro francés optó por renovar su contrato con el club parisino y renunciar al que había confesado públicamente era el sueño de su infancia.
Sin el deseado Mbappé para completar una delantera temible, junto a Vinícius y Benzema, el Real Madrid no ha activado ningún plan B. Ni la salida de Luka Jovic, rumbo al Fiorentina, el fin de ciclo esperado de Gareth Bale, la venta de Borja Mayoral al Getafe (10 millones de euros) y el deseo de dar salida a Mariano Díaz, ha provocado la llegada de un 9.
Florentino Pérez no quiere nadie que compita con su gran líder, Benzema, que será el nuevo primer capitán del equipo. No entró en la puja por Haaland y Ancelotti ya inventa soluciones ante la falta de efectivos con Eden Hazard de falso 9. Ya sin la placa en el tobillo que tanto le condicionó sus años vestido de blanco, es el 'ahora o nunca' para que vuelva a brillar la estrella belga que se apagó en el firmamento madridista.
A falta de solucionar la salida de Álvaro Odriozola y esperando que Mariano acceda finalmente a marcharse, aunque el delantero no está por la labor de cumplir fuera su último año de contrato, el Real Madrid cuenta con Marco Asensio y debe resolver la duda de Dani Ceballos. Cuenta con la confianza de Ancelotti pero quiere salir porque sabe que no tendrá la continuidad ni el papel que desea en otro club como el Betis. Sus esperanzas de volver a la selección y disputar el Mundial en noviembre pasan por la decisión conjunta que se tome en los últimos días de mercado.
Junto a Bale, cerraron un ciclo repleto de gloria y éxitos inolvidables dos futbolistas que habían perdido protagonismo, el brasileño Marcelo, jugador con más títulos en la historia del club con 25, e Isco Alarcón, que buscará en Sevilla la felicidad que le faltó los dos últimos años.
El nuevo Santiago Bernabéu se va acercando a su identidad definitiva. La afición madridista aguantará la última temporada de obras en un curso donde aumentará la competencia por el título liguero. Ya lo comprobó en el clásico de la pretemporada ante un nuevo Barcelona repleto de fichajes ilusionantes (0-1), antes de empatar frente al América de México (2-2) y reencontrarse con su verdadera identidad ante el Juventus (2-0) en partidos de pretemporada donde lo de menos para Ancelotti fue el resultado. Toda la preparación centrada en conseguir el 10 de agosto el primero de los seis títulos a los que aspira, la Supercopa de Europa ante el Eintracht. Los quiero todos y no despertar del apacible sueño en el que se instaló el pasado curso.