Sonriente ante las cámaras y moderado en sus declaraciones, Nasser Al-Khelaïfi es probablemente el dirigente más envidiado en el mundo del fútbol. Ha juntado a Leo Messi, Neymar y Kylian Mbappé. ¿Pero quién es el todopoderoso presidente del PSG que encabeza también el canal BeIN y participa en la productora Miramax?
Nació en la capital de Catar, Doha, el 12 de noviembre de 1973, en el seno de una familia de clase media. Su padre era pescador y tiene cuatro hermanos y una hermana. Así lo contó en una entrevista al semanario francés JDD, en una de las pocas ocasiones en las que habló de su vida personal públicamente.
Este padre de cuatro hijos inició su carrera en el tenis, como jugador. Representó a Catar en la Copa Davis y acumuló 28 victorias y 73 derrotas, con un mejor puesto 995 en el ránking ATP, en 2002.
Gracias al tenis conoció al entonces príncipe heredero y hoy emir de Catar, Tamim bin Hamad al Zani. Ambos coincidieron en las pistas como jóvenes jugadores. Al-Khelaïfi viajó varios veranos a la Costa Azul para entrenarse, en el que fue su primer contacto con Francia.
Ya como presidente de la Federación Catarí de Tenis, organiza cada año el torneo ATP de Doha y estrecha su relación con el príncipe heredero. Cuando acaba su etapa como jugador, Al-Khelaïfi estudia un máster en administración de empresa.
En 2003, pasa a dirigir el departamento de adquisición de derechos de Al Jazeera Sport. En 2008, es nombrado director general de esa cadena deportiva y presidente del Qatar Sports Investments (QSI). En 2014, impulsa BeIN SPORTS, que absorbe a Al Jazeera Sport. Actualmente encabeza el grupo BeIN, un gigante presente en 43 países.
En 2016, aumentan su influencia. BeIN compra la mítica productora y distribuidora de Hollywood Miramax.
Seis años antes, había sido nombrado presidente del PSG, después de que QSI pagase en torno a 40 millones por el 70 % del club (que acabarían adquiriendo en la totalidad). Inicia entonces un proyecto faraónico en el que junta, a golpe de talonario, a varios de los mejores y más mediáticos jugadores del mundo.
Pastore, Thiago Silva, Cavani, Ibrahimovic, Beckham, Neymar (la mayor transferencia de la historia, 222 millones), Mbappé... y ahora Messi.
Casi ningún jugador se le resiste y a los que quieren irse, como el italiano Marco Verratti en 2017, o el propio Neymar, en 2019, les frena los pies. Su proyecto es la Liga de Campeones y para ello necesita a los mejores.
En la última década ha estado cerca de lograrla (en 2020 cayó en la final ante el Bayern de Múnich) y sueña con hacerlo en 2022, año en que Catar acogerá el mundial de fútbol, un torneo para el que BeIn tiene los derechos y que puso en apuros a Al-Khelaïfi.
La Justicia suiza investigó si el magnate catarí efectuó pagos por valor de un millón de euros a una compañía en la que exsecretario general de la FIFA Jérôme Valcke a cambio de los derechos de emisión de los Mundiales de 2026 y 2030 en Oriente Medio y el Magreb.
Los dos fueros absueltos en octubre de 2020, aunque, según Le Monde, Al-Khelaïfi sigue bajo la mira de la Justicia suiza. A pesar de este episodio, su influencia en las instancias intencionales está en aumento. Preside la Asociación Europea de Clubes (ECA, en inglés), lo que le abrió las puertas del comité Ejecutivo de la UEFA.
Otro asunto que le ha dado dolor de cabeza es el fair play financiero, la regla europea por la que debe haber un equilibrio entre gastos e ingresos. Aunque el PSG haya disparado su valor de mercado desde la llegada de Al-Khelaïfi (de unos pocos cientos de millones a los actuales 2.000 millones de euros), el catarí ha gastado unos 1.400 en fichajes, sumando los altos salarios que paga, actualmente 8 millones anuales de media.