Con un Madrid plagado de bajas, a Zidane no le queda más remedio que tirar de los no habituales y de los que no cuenta con su total confianza. Es el caso de Isco Alarcón. El bajón físico y de rendimiento del malagueño es algo que se viene repitiendo en los últimos meses y que ha hecho que el francés vaya dejándolo en el banquillo.
El partido se puso con cierta ventaja para los blancos con la expulsión de Freuler en el 17. El Madrid comenzó dominando el encuentro y tras esto se hacía más latente. El problema de los madrileños seguía estando en no tener una referencia goleadora y esto con el planteamiento de Zidane se hacía más presente. De nuevo Isco tendría una tímida actuación. Metió un buen pase a Vinicius y un par de acciones en las que se revolvió en el área. En el segundo tiempo estuvo algo más activo y se movió más por las posiciones de arriba.
La falta de minutos se notaba a medida que fue pasando el tiempo se fue hundiendo hasta que en el 75 fue sustituido. Mejoró con respecto a actuaciones anteriores, pero sigue estando muy lejos de su mejor versión. Ningún jugador destacó en especial, solo Mendy que decantó la balanza en los dos campos, quizás pudo ser de lo más notable.
Los blancos han ido solventando como buenamente han podido los partidos, pero de nuevo Isco no ha sido ni determinante ni ha tenido un papel destacado. La ausencia de Benzema ha supuesto un gran quebradero de cabeza para el entrenador. Es titularísimo y no le quedaba otra que poner a Mariano. Ante el Valladolid hizo los goles, pero en fuera de juego. La delantera que planteó no le gustó mucho y la terminó quitando de una atacada en un mismo cambio, algo poco habitual en Zizou.
Por eso ante el rival de Champions decidía cambiar sus planes y poner a Isco como falso nueve. Que saliera de partida es algo que no se produce desde el partido de Copa del Rey ante el Alcoyano. A parte de esta solo tres veces más lo ha sido en Liga.