El inicio de la primera liga femenina de fútbol profesional en España está marcada por la polémica. Tras la suspensión de la 1ª jornada por la huelga de las árbitras y la controvertida negociación entre Liga F y RFEF, la disputa de la 2ª jornada ya ha despertado el siguiente lío. La publicación de las sanciones ha conllevado una desagradable sorpresa para jugadoras y clubes: se dispara la multa de las tarjetas amarillas y rojas.
La RFEF no ha actualizado su reglamento antes del inicio de la liga profesional femenina y ha impuesto las multas estipuladas para la liga masculina. Esto es, ha pasado de sancionar las tarjetas amarillas con 4€ a 180€ y las tarjetas rojas de 9€ a la elevada cifra de 350€. La tarjeta roja directa se dispara a los 600€. Una sanción que está impuesta a la propia jugadora, a parte de una multa adjunta a los clubes de que, en el caso de la tarjeta roja directa, es de otros 350€.
El pago de las multas es abonado, en la mayoría de los casos, por los propios clubes a los que pertenecen las jugadoras. Aunque, eso sí, eso es un acuerdo externo que puedan llegar a tener las propias deportistas con sus propias identidades, ya que la RFEF las remite a la nombre de las sancionadas. Esto ha despertado la indignación de las jugadoras en las redes sociales al publicarse las primeras actas. Como la jugadora del Valencia CF, Marta Carro, que irónicamente ha criticado este cambio en sus redes sociales: "¿Un banco de confianza para pedir un crédito para pagar un gasto extra este año?".
Parece que el comienzo de la liga femenina no está siendo el ideal para un deporte en crecimiento para el fútbol femenino. El mejor escaparate para lucir el músculo logrado en los últimos años se está convirtiendo en un sinsentido de lucha de piques y decisiones más que discutibles.