"Nala, su fiel compañera, ahora es nuestra. Nunca pensamos en darla en adopción. Lo aclaro para la gente que lo dice". Esto es lo que escribió su hermana Romina en su cuenta de Instagram.
Y es que esta perra de color negro carbón era un apoyo incondicional del futbolista. No se separaban. Desde que Emiliano Sala adoptó a Nala hace cuatro años, el jugador la veía como su amiga más fiel. Se pasaba horas enteras dando paseos con ella.
Ahora la perra tiene una vida feliz sin su dueño, en un nuevo hogar que la ha acogido como miembro de su familia. Vive en la casa de la madre de Sala, Mercedes Taffarel, quien la cuida desde enero, fecha de la fatídica muerte del jugador en accidente de avión. La perra, fiel a su dueño, seguía esperándole un mes después de su desaparición y estuvo horas sin separarse del ataúd del futbolista en Argentina, como si no pudiera soportar su pérdida.
La costumbre de Nala era dar largos paseos con Emiliano Sala y chapotear en el río mientras él pescaba. Y ahora sigue dándose chaupuzones en la casa de su madre. La perra ahora se ha entregado al amor de Augusto, el hijo de la hermana de Emiliano, del que no se separa.