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La pesadilla de emprender en el campo

  • Burocracia, falta de mano de obra y servicios básicos, las principales dificultades

Ana Carazo, es una rara avis en esta España que algunos llaman vaciada. Hace dos años y a sus treinta y tantos años dejó Alicante y se vino a Matanza de Soria, una aldea de unos veinte habitantes.

Tras sus estudios en enología vino a recuperar unas cepas centenarias y caídas en el olvido. “Estas vides son únicas en el mundo. Centenarias y con un suelo muy especial. Si lo tuvieran los estadounidenses de California la campaña de marketing que tendría sería internacional”, dice.

Es una rara avis porque es una emprendedora que hasta para encontrarla cuesta trabajo. No porque se esconda, sino simplemente porque apenas tiene cobertura de teléfono en el pueblo en el que ha montado su empresa.

Como esta tantas otras dificultades: desde una burocracia que se solapa entre diferentes administraciones o a tener que sufragar servicios básicos que corresponden a la Administración. Es una difícil lucha para sacar adelante su bodega ‘La Loba’ en medio de un mercado tremendamente competitivo y de grandes empresas.

Ha habido que esperar a que esa España silenciosa y rural se echase a la calle a manifestarse para que ahora se ponga de moda políticamente ocuparse de ella. Pero hasta ahora, lo cierto es que sobre ella se ha desplegado una estrategia partidista sin sentido de Estado. Lo que hacía un partido en el gobierno lo corregía otro cuando lo relevaba en el poder y viceversa.

El último ejemplo fue el plan 100x300 para traer internet de alta velocidad a la zona rural. Lo presentaron los populares pero los socialistas al llegar al gobierno lo modificaron por el suyo. El caso es que entre unos y otros todo sigue el aire: internet a las zonas rurales no acaba de llegar y hoy en día es vital para el desarrollo de una empresa.

Otro de los problemas con los que se encuentra Ana Carazo es encontrar mano de obra. “El sueldo que doy es de 1200 euros al mes. Este salario aquí, en una zona rural, está muy bien. Pero ni con esas. Tengo la sensación que no se quiere trabajar. Al final, tengo que tirar de mano de obra inmigrante porque aquí no encuentro”, concluye.