Aunque no nos lo podamos imaginar y aunque a algunos les pille ya de vuelta de todo, después de unos eternos dos años, la mascarilla en interiores dejará de ser obligatoria dentro de diez días. Resulta muy pronto para algunos y tarde para otros.
Igual pasa con los epidemiólogos, puesto que unos están a favor y otros en contra. Quique Bassat asegura que se trata de "un paso adelante valiente y necesario", mientras que otros lo ven "algo apresurado". La pregunta que muchos se hacen ahora es cómo evolucionará la pandemia a partir de entonces.
Algunos creen que aumentarán los casos. El epidemiólogo Nacho de Blas explica que "el quitar la mascarilla va a suponer una falsa percepción de seguridad que puede conducir a un incremento de la incidencia". Y otros, como el también epidemiólogo Juan Gestal, consideran que el riesgo es bajo: "Puede haber un pequeño repunte, pero no esperamos mucho más".
El epidemiólogo Joan Carles March manifiesta que "hay gente que sí dice que puede haber alguna variante que no la cubran las vacunas". A otros les parece improbable. Gestal matiza que "sería difícil que apareciera una nueva variante con mayor eficacia biológica que la de ómicron".
Entre los expertos sí hay acuerdo en un punto: ven poco posible que vuelva a haber vacunaciones masivas. "No es necesaria una cuarta vacuna para la población general. Las personas que son inmunodeprimidas o mayores de 65 años sí que tiene sentido que se vacunen", agregan.
Con esta situación, nos lanzamos a la 'nueva vida' en unos días casi sin mascarilla, unos con más cautela, subrayando que en interiores "la seguiremos llevando", y otros con más ganas: "Es un estorbo". Eso sí, todos con esperanza de que se acerque el principio del fin. "Si no aparece una nueva variante, podríamos decir que se está terminando la pandemia", concluye Juan Gestal.